Después de darle a Dax una nueva tarea para completar —para mantenerlo ocupado—, Max tecleó algo en su teclado. La pantalla se volvió negra en solo unos segundos, y finalmente aparecieron muchos códigos y números verdes.
Las manos de Max bailaban aún más rápido sobre el teclado mientras intentaba comprobar la ubicación del X4D de su amigo gamer.
Si X4D estuviera en esta ciudad, estaría seguro de que el pequeño a su lado era X4D.
Max todavía intentaba negarse a creer que este chico es su amigo gamer.
Sin embargo, la expresión de Max cambia lentamente de tranquila a sorprendida después de unos segundos más cuando encuentra la ubicación actual de X4D.
—¡¿Qué diablos! Entonces este pequeño Dax es ese ingenioso X4D que siempre me llama estúpido y lento! —Max no puede evitar maldecir interiormente mientras mira a Dax con shock e incredulidad—. Quería estar seguro, preguntarle, pero sentía que sus palabras le traicionaban; no podía decir ni una palabra.