Tristan no dijo nada a Alan y entró en la casa.
Alan seguía a Tristan desde atrás con una sonrisa en su rostro. Se sentía aliviado de que el joven Maestro no cancelara esta cena, a diferencia de la última vez.
Cuando Tristan entró en el salón, Jessica fue la primera en notarlo. Se levantó de su asiento, y con una amplia sonrisa, se acercó a él.
—Mi hijo, finalmente has llegado. Oh, querido, te ves tan guapo como siempre... ven, ven... dale un abrazo a tu madre. Ay, cómo te he extrañado, Tristan —dijo mientras abría sus brazos.
—Madre —Tristan aceptó su abrazo suavemente, pero su expresión se mantuvo igual, serena pero inexpresiva.
Jessica soltó su abrazo y miró a Tristan, —¿Por qué no viniste a vernos antes? Ya sabes que volvimos de nuestras vacaciones, ¿verdad?
—Madre, lo sé. Pero estoy muy ocupado con la empresa. No tengo tiempo libre.
—Oh querido, por favor... tómate un tiempo libre para ti mismo. O te estresarás y agotarás. No te sobreexijas con el trabajo