Alfa Lawn y Luna Alma llegaron a la casa de la manada, empapados por la lluvia. Raven los estaba esperando con un frasco y un pequeño recipiente que contenía hierbas.
Al ver al Alfa Lawn cargando a Luna Alma en sus brazos, ella sonrió profundamente. Era hermoso, algo que nunca había visto con sus propios padres.
—¿Raven, todavía despierta? —preguntó el Alfa Lawn cuando llegaron a la entrada.
Raven sonrió.
—Tenía que darte esto.
Con Luna Alma en sus brazos, Raven le abrió la puerta, pero esperó en la entrada hasta que el Alfa Lawn hubo colocado a Luna Alma en el cuarto de ducha antes de regresar con ella.
—¿Por qué estás parada ahí? Deberías entrar.
Raven obedeció y se le acercó, comenzando a explicar claramente.
—Alfa, por favor haz que Luna Alma beba y aplique esto en su piel. Este debería ser el último, y a partir de mañana, ya no lo necesitará.