Raven buscó en su corazón, sin encontrar ninguna razón para odiar al Alfa Ludwig. Su lobo podría matarla si se atrevía a rechazarlo.
Bueno, ella no podía ver eso como un futuro prometedor ya que sus lobos eran simplemente criaturas ardientes y fieras cuando se trataba de amor y guerra.
La única persona en quien podía confiar para conocer el carácter del Alfa Ludwig era el Alfa Denzel. Por lo tanto, fue honesta con él.
—Lo amo, pero no quiero irme. ¿No puedo tener ambos? —preguntó.
El Alfa Denzel sonrió, sintiéndose aliviado mientras la aconsejaba —No, Raven, la vida se trata de sacrificios. Ludwig hizo el suyo, y ahora tú tienes que hacer el tuyo.
Raven suspiró, sintiéndose mejor después de haber tenido esta conversación con su Alfa —Está bien, pero antes de volver a la fiesta, ¿puedo pedir un favor?
El Alfa Denzel tenía una regla con respecto a las promesas, y desde esa perspectiva, nadie estaba exento de ella —No puedo hacer promesas sin consultar a mi Luna.
