Los guerreros temblaron, incluso mientras uno de ellos se obligaba a mantener la calma y respondía.
—Alfa, ella nos dijo que la dejáramos sola, y como Luna, no pudimos desobedecer sus órdenes. Pero nos escondimos y la oímos decirle a la diosa de la luna que tomara su cachorro para devolverle sus poderes.
El miedo lo atravesó solo con ver al Alfa Denzel. Su mirada era tan penetrante que el guerrero quería desaparecer.
Sabía que iba a ser castigado, pero en un caso como este, sentía que su vida ya no importaba mientras el Alfa Denzel pudiera encontrar la solución correcta a este problema.
El ánimo excitado de los miembros de la manada cesó instantáneamente, y el Alfa Denzel se quedó sin palabras. Sabía lo terca que podía ser Valerie, y ni siquiera él podía controlarla o hacer que hiciera algo que no quería.
Nadie inició la limpieza de la manada ni la cremación de los pocos cadáveres en el suelo.