—Nunca mencionaste que iba a matarla. Dijiste que era solo para darle una lección —gritó. Valerie le hizo señas para que se calmara.
¿De qué Aurora hablaban? Tal como estaban las cosas ahora, esta voz no sonaba como la suya.
—Asegúrate de que esté muerta —dijo la voz femenina fríamente. Godic sabía que había escuchado la voz antes pero no podía recordar dónde ni el rostro.
—¿Qué? —La sirvienta estaba conmocionada, pero Valerie le hizo señas para que siguiera el juego, y ella preguntó —¿Y mi pago?
—Ya te dije que no puedo hacer transferencias. Tienes que encontrarte conmigo para ello —respondió la mujer al otro extremo de la línea. La sirvienta vio esto como la oportunidad perfecta para dejar que su jefa la atrapara y así pudiera pagar por su maldad.
—Dame el lugar y la hora, o te expondré.
En ese momento, ya no sentía los dolores de la tortura sino solo el dolor emocional. La mujer en el teléfono no parecía perturbada por su amenaza y respondió con un tono despreocupado.