—Lo juro, nunca la toqué. Scarlet ya la había drogado antes de que yo entrara en la habitación. Me di cuenta de que Alfa Tristan... —el sonido del video resonaba por la sala cuando Beta Hugo, que no tenía ni idea de lo sucedido, preguntó seriamente:
— ¿Alfa, qué es eso?
Su cuello se estiraba para echar un vistazo de lo que se reproducía en el teléfono de Alfa Tristan. Tanto Scarlet como Alfa Tristan tenían un aspecto más pálido que cuando salieron del hospital.
Alfa Tristan pausó el video antes de que el cuello estirado de su beta pudiera vislumbrar el rostro detrás de la confesión en el video.
—Revisa el estado de la manada. Envía el archivo de los guerreros que perdieron la vida a mi escritorio —instruyó Alfa Tristan a Beta Hugo. Este último quería decir algo pero se lo tragó a la fuerza.
Cuando llegó a la puerta, Alfa Tristan lo llamó de vuelta al captar la mirada de descontento en su rostro. —Beta Hugo, nada sobre el video existe. Tú eres el único que sabe de él.