Alfa Denzel negó con la cabeza después de pensarlo detenidamente por un momento.
—No creo que nadie fuera tan insensato como para atacar a cualquiera de mis miembros de la manada —dijo—. Sería como coquetear con la muerte si lo intentaran.
Los cantos de victoria llenaban sus auriculares, pero Alfa Denzel notó a algunos omegas, ancianos y niños corriendo hacia los guerreros con sus teléfonos.
—¿Qué está pasando? —preguntó Valerie, curiosa por lo que había captado su atención en los teléfonos.
Todos a los que les mostraban el video parecían llenarse de emoción y orgullo al ver a Alfa Denzel.
Burke no pudo contener su curiosidad y arrebató uno de los teléfonos a un miembro anciano de la manada.
Cuando vio el video, no pudo contener su excitación y le entregó el teléfono a Valerie.
—Luna, mira esto —dijo.