—Soy el que hace las preguntas, y en este momento, tu pie lesionado no ha sanado. Quiero ver a tu lobo —exigió seriamente. Valerie se quedó rígida como una estatua.
Al Alfa Denzel le molestó la mirada inocente y vulnerable en sus ojos. Ella había sido altiva cuando lo humilló. El hecho de que ella fingiera ser un ángel, haciéndole sentir como un demonio, intensificó su enojo.
Habría sido mejor para ellos continuar desde donde lo dejaron en Las Vegas. Con Valerie a su merced, el juego de venganza habría sido divertido, ya que él la habría visto suplicar su perdón.
Sin embargo, su fingimiento de no saber o como si olvidara lo que hizo hizo que el juego fuese aburrido. Por otro lado, Valerie estaba desconcertada respecto a toda la acusación, pero una cosa era cierta: Al Alfa Denzel le repugnaba.