Alicia estaba desconcertada. Toda su vida había tenido gente que le dictaba qué hacer. Sus padres solían hacerlo, y luego el Alfa Kendrick, desde que descubrió sus poderes.
Luego el Alfa Ludwig también tomó el control. Esta era la primera vez que le pedían su opinión, lo que la hacía sentirse muy conmovida.
Aquí, se le dio un derecho que nunca supo que existía para alguien como ella. —¿Harás lo que yo diga? —preguntó, como si estuviera en un mundo de ensueño.
Valerie sonrió divertida por lo adorable que parecía Alicia perdida, pero Burke esperaba que ella dijera que no.
Los ojos del Alfa Denzel se entrecerraron ligeramente, pero la calidez permaneció en su voz mientras comenzaba a explicárselo lentamente.
¿Cómo podría él, que tanto amaba a los niños, ser temido por ellos?