Valerie estaba conmocionada. Su primera loba, Helga, solo había hablado con ella después de su primer cambio, no apareciendo en un espejo.
La mayoría de los de su especie escucharían la voz de su lobo antes de un cambio, pero ver y escuchar a su lobo a través de un espejo era extraño.
—¿Mi lobo? ¿Por qué te apareces en un espejo? ¿No se supone que debes tomar el control? —preguntó Valerie.
Valerie no tenía una buena sensación acerca de esto, y Astrid intentó disipar sus preocupaciones con una buena explicación.
—No puedo tomar el control todavía. Mis poderes no pueden ser cosechados hasta que la luna esté llena. Ese es el único momento en que puedo tomar el control —explicó Astrid.
Valerie seguía siendo escéptica, incluso temerosa. El lobo que veía en el espejo, aunque solo era el rostro, era completamente diferente del lobo blanco que había tenido antes.