Era un niño, de unos tres o cuatro años.
Estaba sentado en un sofá dorado, adorable con sus delicadas facciones, tez clara y largas pestañas caídas que delataban su estado somnoliento.
Más importante aún, sus rasgos tenían un sorprendente parecido a los de Chai Xiyang.
Sin embargo, sus ojos eran parecidos a los de ella, evocando una sensación de brillo y vastedad incluso cuando no estaban completamente abiertos.
¡Con solo una mirada a él, el latido del corazón de Qiao Ning se aceleró!
Rápidamente arrebató el teléfono móvil de Chai Xiyang para echar un vistazo más de cerca...
Cuanto más miraba, más confundida se sentía.
De repente, Chai Xiyang la rodeó con sus brazos por detrás, relegando su barbilla a su hombro —Entonces, ¿es esta la evidencia que has estado buscando?
La mirada de Qiao Ning titubeó al responder con indiferencia —Es solo una foto y no prueba nada. ¿Quién sabe si el niño es real?