Dongfang Yu lo miró de reojo —Si no vas a comer, lárgate.
Habla demasiado...
Chai Xiyang tosió un poco, todavía con su sonrisa pícara —Comer, ¿por qué no? Si el hermano Yu nos va a invitar a cenar, asistiría hasta a un banquete trampa.
—¿Todavía no se te ha pasado el resfriado? —preguntó Dongfang Yu casualmente.
—Todavía no —suspiró Chai Xiyang—. ¿Crees que es porque hace mucho que no estoy con una mujer y por eso estoy débil, y por eso este resfriado se me ha alargado tanto? Mejoraba pero luego regresa —sube y baja, sube y baja, ay...
Dongfang Yu se quedó sin palabras.
¿Qué tipo de lógica era esa? No tener mujeres debilitaba a uno.
Entonces, ¿tener muchas mujeres hacía a uno fuerte?
—¿No tienes novia? Encuentra una —Dongfang Yu arrancó el coche mientras continuaba con la conversación.
Chai Xiyang miró por la ventana y rió —Soy demasiado íntegro para citas casuales; no aceptaría menos que una hada.