Tao Yi se rió con torpeza, diciendo:
—¡Sí, eso es correcto!
Hai Xiaotang volvió a reír:
—Hermano Tao, ¿cómo podrías pensar así? La persona que me secuestró no fuiste tú; no necesitas sentirte culpable en absoluto.
La expresión de Tao Yi se volvió seria de nuevo:
—Pero como tu hermano mayor, ¡debería ser yo quien te proteja! ¡Sin embargo, fallé en hacer eso! Por no mencionar que, como soldado, ¡debería estar protegiéndote!
—Hermano Tao, tú conoces bien la situación de entonces. Aunque quisieras, no podías ayudarme. Nada de eso fue tu culpa, ¡fue la culpa de esas malas personas! Nunca te culpe, no te culpes a ti mismo, porque no hiciste nada malo.
Tao Yi sacudió su cabeza con tristeza:
—Xiaotang, puedes pensar que no hice nada mal, pero yo sé que lo hice, y fallé.
Hai Xiaotang pareció confundida, incapaz de entender lo que él quería decir:
—¿Fallé?
Tao Yi la miró profundamente y dijo sombríamente: