En su vida pasada, durante aquellos días de encarcelamiento, solo podía acurrucarse en una habitación fría y oscura todos los días.
Todas las noches, era atormentada por un profundo anhelo por todo lo de casa.
Extrañaba el amor de su abuelo, la comida de Mamá Zhang e incluso el cálido edredón de su hogar.
En ese momento, estaba verdaderamente desesperada, pensando que nunca tendría una oportunidad de renacer.
Pero renació...
Hai Xiaotang estaba verdaderamente agradecida al Cielo por otorgarle una oportunidad tan preciosa.
Así que, en esta vida, quería vivir bien, sin guardar rencores, sin estar enredada por su pasado.
Sin embargo, no esperaba que mientras ella había seguido adelante, Dongfang Yu no pudo.
Hai Xiaotang no era una persona ingenua, tenía la sensación de que el duelo de Dongfang Yu con Tao Yi de hoy no era solo por viejas rencillas, sino probablemente también por ella.