Hai Rong también intentó persuadirlo:
—Eso es correcto. Papá, Xiaotang aún es joven e ingenua, no puedes siempre consentirla. Ayu es una buena persona. Si hay un problema entre ellos, definitivamente no es solo culpa de uno.
Ante los más jóvenes, Hai Zhiyuan no habla mal de ellos, simplemente se mantiene callado.
Él solo se fija en Hai Xiaotang:
—Xiaotang, dile a tu abuelo, ¿qué estás pensando? Quiero escuchar tus verdaderos sentimientos.
—Abuelo, ¿estás... estás de acuerdo con mi divorcio? —preguntó Hai Xiaotang, vagamente esperanzada.
El anciano asintió:
—El divorcio no es nada del otro mundo. Si no pueden llevarse bien, no hay necesidad de forzarse a estar juntos.
—Papá… —Hai Rong iba a hablar de nuevo pero fue callado por una mirada fulminante—. ¡Tú cierra la boca, no necesitas decir nada!
La severidad del patriarca siempre prevalece. A partir de ese momento, Hai Rong no se atrevió a decir nada más.
Sin embargo, Dongfang Yu estaba inexplicablemente nervioso.