Hace mucho tiempo ya sea el presente o en el pasado...
Hubo oscuridad.
No, más bien, siempre había existido la oscuridad para empezar.
En un mundo donde los hombres son presas de sus deseos más carnales, privados de la consciencia.
¿Oh, gran señor, dime quién podrá salvarlos de sus pecados?
Y el señor en su infinita sabiduría mandó a una de sus criaturas, quién tomando de ejemplo a los hombres, utilizó una forma capaz de provocarles simpatía en vez de un miedo natural, este ser de luz, protegido por sus alas de color dorado, extendió sus brazos frente a los hombres del mundo y exclamó:
"A todo aquél quién pecado cometa, retribución le daré, pero hasta entonces, arrepentimiento debe tener, ¿Y quiénes son aquellos que más daño causan? ¡Sí! ¡Ustedes entienden mis palabras como las de nuestro señor que todo lo ve! ¡Así que tengan la osadía de levantar sus espadas contra los seres inferiores que se dignan a tocar el sagrado suelo de nuestro señor!"
Y así el señor había hablado a través de su fiel sirviente, en un evento recordado por todos los presentes, la voz de aquél servidor, una bella voz que llenaba el corazón hasta del hombre más poseído por la maldad, la voz de este fiel sirviente de Dios se convirtió en un eco profundo que recorrió todos los rincones del mundo, tanto el cielo como en la tierra.
Por esto mismo, gracias a las palabras del Señor, su VOZ única y REAL fue la que escaló hasta ser la más poderosa.
Esta luz rellenó los corazones de todos los seres vivientes del mundo.
Animales, hombres, incluso a los aliados de la criatura.
De aquella luz nacieron los hombres que protegerían al mundo.
Las manos de Dios.
Las miles de manos provenientes de Las nubes se estrecharon con las miles de manos de los seres humanos.
La retribución y el arrepentimiento mismo bajaron del cielo.
En forma humana estos tomaron partido, organizándose, eran tanto humanos como las propias criaturas del cielo trabajando juntos.
Y los seres humanos a sus protectores los llamaron Sacerdotes y Caballeros, quienes se proclamaron por nombres tales como los Sacerdotes del Cuerpo de la Trinidad, y los Caballeros de la Antigüedad.
Pero, un día algo pasó; la voz castigada por su padre fue, y en un arrebato tal como el de un niño en una rabieta, presentó un nuevo mandato.
"¡Yo os ordeno lo siguiente! ¡Que levanten sus espadas una vez más! ¡Pero ya no contra sus hermanos sí no que contra aquellos a quienes llamas Dioses! ¡Este, este es mí último deseo hacia ustedes! ¡Pues he descubierto el propósito de todo, y es totalmente diferente a lo que todos creíamos!"
El castigado por la verdadera mano de Dios dio esa última petición, causando el caos en la Tierra.
Voces reales ahora pasarían a ser llamadas voces falsas.
Después de todo, ¿Qué tan reales eran sí sus intenciones no eran bondadosas tal como el castigado?
Fue así que las voces falsas, carentes de vida, fueron sublevadas por la espada del Caballero más poderoso y por el hechizo del Sacerdote más débil, encerrando a toda voz falsa en el mundo para garantizar su paz.
Juntos, espada con espada, derrotaron a cada una de las voces, encerrándolas en lo profundo del Origen del mundo mismo, siendo estas las que esperan algún día ser libres.
Esa, es la historia de los Caballeros que protegían al mundo de las Voces falsas.
Quienes descansan hasta que su siguiente misión se presente, después de todo, un caballero no duerme, no descansa, no come, no vive, sólo blande su espada para defender el corazón del humano bajo su filo.
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—¿Abuelo, esos Caballeros en verdad son reales? ¿También las Fake Voices?—Pregunta la débil voz de un niño antes de estornudar—. ¡A-achú!
Bajo una luz tenue de una lámpara, se puede ver la habitación de un niño.
—Salud—Dice un hombre, y el niño responde entonces—. G-gracias, abuelo.
Al lado de una cama se encuentra dicho hombre sentado en una silla, sosteniendo un libro de tapa dura color negro en sus manos, este libro parece tener un grabado dorado algo desgastado.
—De nada—Responde en primera instancia el hombre mayor, luego, este mismo hombre baja sus ojos al contenido dentro del libro y responde sin mirar al pequeño—. Y para responder a tú pregunta.. Eso depende de tí, Ángel. En mí caso, sí creo en la existencia de los Caballeros de la Antigüedad.
Fueron las palabras del hombre quién cerró con algo de fuerza el libro, haciendo sobresaltar al niño, el adulto se dio cuenta de ello y dijo lo siguiente:
—Lo siento por eso, simplemente es una costumbre que adquirí de un viejo amigo—Después de esto el hombre vio al niño asentir mientras se acomodaba en la cama y posaba sus pequeños ojos en el techo.
—Abuelo, ¿Crees que algún día los caballeros volverán?
El hombre dejó el libro sobre una pequeña mesita de luz, soltando algo de polvo el objeto de color negro; el hombre se levantó, movió las frazadas al borde de la cama y las puso por encima del chico, arropándolo del frío, regresando a su silla, el hombre soltó unas palabras llenas de mensaje, unas que provenían de lo profundo de su corazón aparentemente.
—Heaven Ángel, mí muchacho. Los caballeros jamás se han ido, simplemente ya no podemos verlos a simple vista como lo hacían las personas de antaño—Explicaba el abuelo con paciencia y firmeza.
—Ahora, siempre que nosotros estemos vivos para recordarlos, ellos vivirán para recordarnos a nosotros también. Ya que para los caballeros.. los humanos son lo más importante.
El pequeño Ángel que miraba el techo, uno sostenido por vigas viejas, en dónde viven arañas y otros bichos, es así la forma de demostrar que no es como otras casas con techos lisos, revocados con cemento u otras cosas, no, este simplemente se ve como sí fuera una obra incompleta.
Cómo sí el arquitecto hubiera dejado su obra a mitad del camino y jamás hubiera arreglado sus errores.
—Entonces.. ¿Ellos no se preocupan por sí mismos?—Preguntó Ángel, a lo que su abuelo respondió de forma repentina con una sonrisa triste.
—No, no lo hacen, mí muchacho—El anciano no tan anciano toma un momento y explica su razonamiento—. Los caballeros abandonan la felicidad con tal de darle felicidad a otros. Creen en el derecho a la vida más que nadie más, de hecho, podríamos decir que han abandonado el derecho de su propia vida por simplemente preservar la vida ajena.
El niño entonces asintió absorbiendo la información, y pese a que quisiera saber más de los caballeros, su cuerpo le traicionó, soltando un bostezo, mostrando estar muy cansado, esto hizo que inconscientemente soltara unas palabras de despedida, listo para una siesta reparadora.
—Buenas noches, abuelo—Decía el pequeño, a lo que el hombro tomó su mano con la suya propia mientras asentía—. Tú también, hijo.
Pronto, el pequeño cerró sus ojos y el hombre se levantó de su silla, se limpio las piernas, tomó su libro de la mesita y se marchó, ya que después de todo, no tenía nada más que hacer allí.
Day One
Just Another Day I
Esta historia tiene lugar en el tiempo hace veintitrés años en el pasado, es decir, el año 2000, cuando la mayoría de personas aún no conocían el potencial de la tecnología respecto a los teléfonos móviles, como también ignoraban el poder e influencia que podían tener las computadoras portátiles sobre la gente.
En el hogar de muchos pueblerinos, en algún lugar de las montanas Apalaches, en Carolina del norte, existía un pueblo protegido y escondido de todo llamado Ravenshire.
En este lugar se encontraba una escuela secundaria conocida como Ravenshire Academy, un establecimiento que había nacido con el suburbio, es decir, con el pueblo de Ravenshire.
—¿Heaven?
Pregunta una voz femenina mirando a un chico con una rodilla postrada en el suelo frente a un objeto. Este chico tiene una gorra sobre su cabeza, tiene un cabello rojo bordó fino y bello, pero que debido a su largo se le termina saliendo de la gorra, ahora parece haberlo dejado así.
—¿Mm?
Hace una pregunta con ese sonido el chico de la gorra sin voltear a ver a la chica detrás suyo, ocupado en sus asuntos, estos resultan ser simplemente el revisar una estufa algo vieja.
—E-es la profesora Laurent, ella te está llamando a su oficina.
La jovencita pudo observar como una de las orejas puntiagudas de Heaven normalmente ocultas por su a simple vista, frondoso cabello, se mostraron a la luz, moviéndose como sí hubiera reaccionado a estas palabras.
—Oh, gracias. . . Pero dime.. ¿Cuál era tú nombre?
Diría Heaven sin miedo de sonar grosero, girando su cabeza para mirar a la chica detrás suyo, quedándose callado ante la ignorancia del nombre de la chica, esta última se puso algo nerviosa y respondió entre cortada.
—E-ever.. —Trató de decir en su primer intento antes de respirar hondo, volver a hablar cerrando sus ojos, pisando fuerte y levantando ligeramente la voz—. ¡Everett Elena, de Cuarto Año reportándose, Senior Heaven!
En primera instancia podríamos decir que la chica temía al simple vista delincuente que tenía frente suyo, aunque Heaven no la culpaba tampoco.
Al terminar de presentarse, la chica llamada Everett Elena se puso roja de pies a cabeza, y antes de que Heaven pudiera decir algo más, ella revisó su antebrazo fingiendo tener un reloj.
—¡O-oh! ¡Mira la hora, t-tengo cosas que hacer! ¡N-nos vemos después, senior Heaven!
La chica entonces echó a correr lejos de allí, y el chico suspiró al ver cómo en unos segundos se había quedado sólo.
—Huh.. qué chica más rara es esa.
Después de esto siguió tocando la estufa con sus manos antes de dejarla ahí y pasarse su muñeca por su frente.
—Fiu. . . Bueno, eso está terminado. Ahora, ¿Tiempo?—Se preguntó a sí mismo al final en sus pensamientos, revisando su muñeca izquierda en donde tenía la hora marcando que el receso largo iba terminar dentro de un rato—. Hm, ya veo, mejor hablo con Laurent y luego podré tomarme un descanso, o algo similar.
Después de pensar, el chico de gorra se levantó del suelo pasando sus manos por sus piernas, limpiándose con su uniforme que tampoco sufrió mucho que digamos.
Paso a paso, el chico se marchó del lugar en el que se encontraba, que de hecho era un salón de clases que tenía un cartel de madera al lado de la puerta que marcaba que era el salón "2B", dejando esto de lado, Heaven caminó por los pasillos con estudiantes caminando de un lado a otro, algunas partes estaban algo vacías, pero en general habían personas.
—¿Ese no es. . .?
Dice uno de los alumnos que pasaba, a su lado, otro estudiante le responde.
—¿El transferido? Era.. Heaven, sí no estoy mal. Creo que vino de. . .
Los murmullos siguen pero Heaven no le da importancia alguna, es más, se arregla su gorra negra, siguiendo hacia adelante sin que nada lo detenga.
Ravenshire es una "ciudad" (más comparable a un pueblo) en donde los rumores vuelan y son importantes en el día a día, aunque lo más importante en este lugar son..
—Las leyendas, ¿Lo has oído, Heaven? En Ravenshire Academy lo más importante son las leyendas, creemos en ellas más que nadie.
Fueron las palabras de una mujer de cabello marrón oscuro con una cola de caballo, una camisa blanca con cuello bien plegado y una chomba negra con botones encima.
—Pero no viniste para oírme hablar de lo que más le gusta a la gente de esta ciudad. Mí nombre es Laurent Remi.
Dijo mientras se levantaba detrás de su escritorio y golpeaba con la palma de su mano dicho objeto, frente a ella, se encontraba sentado ahora Heaven.
—Y tenía ganas de conocerte, ya que desde ahora seré tú profesora de Ética por el resto de tú estadía en Ravenshire Academy—Se presentó a sí misma la entusiasta mujer que estaba frente a Heaven—. Sé que es complicado adaptarse con tanta facilidad pero quiero que sepas que sí necesitas saber algo, puedes preguntarme a mí, ¿Vale, Heaven?
Fue así que Heaven asintió y hizo una pregunta con algo de.. ¿Timidez?
—. . . ¿Cuándo se abren las inscripciones de clubes?
Esta pregunta hizo inclinar la cabeza a la profesora Laurent Yukina, quién aún con su sonrisa con la que intentaba calmar a Heaven no hacía más que ponerlo incómodo.
—¿Los clubes extracurriculares? Esos abren en Mayo, específicamente apartir del 7 de Mayo. Aunque, no creí que fueras del tipo que le interesarían esas cosas. Dime, ¿Por cuál club vas a inscribirte, Heaven?
El honorífico a Heaven le hizo sobresaltarse por un instante, aunque intentó ocultarlo, de todos modos, el chico asintió y respondió sin más.
—El club de Fútbol Soccer. ¿Ahora.. puede dejarme ir?
La profesora asintió, a lo que el chico se giró queriendo marcharse de dicha oficina, pero cuando su mano se movía hacia el picaporte, la voz de la profesora lo detuvo.
—Todos los alumnos del Ciclo Avanzado pasan por mí, así que nos veremos más de lo que crees, Heaven. Ten eso por seguro, porque bueno, estoy en casi todos lados.
El chico no dijo nada y salió por la puerta, hecho un manojo de emociones dispares, mientras tanto, Laurent Yukina suspiró enormemente, dejando su cabeza caer al momento que decía la siguiente línea.
—Ese chico será un problema.. No sé por qué tiene ese cabello teñido ni por qué actúa así, pero bueno, no es como si el informe dijera mucho, solamente dice que en algún punto su cabello cambió de forma natural.
Habló la profesora mientras abandonaba su sonrisa y se rascaba la cabeza con su mano derecha.
—De todos modos, no creo ser capaz de creer lo que dicho el archivo esta vez, ya que ese chico no tiene un cabello rojo anaranjado, no, es un rojo puro. Lo cuál es imposible, así que de seguro se ha teñido el cabello—Trata de llegar a una respuesta la señorita Laurent.
Aún así, dicha mujer suspira una última vez antes de regresar a su trabajo no sin antes comentar lo siguiente.
—Encima está el tema de que supuestamente tuvo esas peleas en su escuela anterior de las cuales ninguna está registrada en el archivo pese a que hayan testigos y todo. . . Es más, recuerdo ver la noticia en el periódico.
Por fuera de la habitación se encontraba Heaven aún con su mano en el picaporte, dejando esta segundos después de que la mujer dijera esas palabras.
El chico mira el suelo y suelta el picaporte empezando a caminar, pone sus manos sobre su gorra y la pone en su lugar una vez más, ya pareciendo cada vez más una costumbre.
—Ahora.. ¿Qué debería hacer?
Esa era la siguiente pregunta para el resto de su día, mirando lo vacío de este pasillo, se sintió vacío.
Tal como un vaso recién lavado.
Sin nada en sí, carente de todo.
Como todo en su vida, Heaven se sintió vacío, otra vez.