La tensión en la Preparatoria Hanseo había alcanzado un punto crítico. Los rumores sobre un posible enfrentamiento con la pandilla de la Preparatoria Dongjin y sus aliados de Seongsu estaban en boca de todos, y la atmósfera en la escuela era eléctrica, cargada con la anticipación de un conflicto inminente.
Dokgo sabía que la mejor defensa era una demostración impresionante de fuerza. Había planeado meticulosamente cómo y cuándo mostraría el poder que había cultivado, no solo para reafirmar su dominio, sino también para enviar un mensaje claro a cualquier rival que pensara en desafiarlo.
Era una tarde nublada cuando las pandillas rivales decidieron hacer su movimiento. Un grupo de estudiantes de Dongjin, claramente buscando provocar un enfrentamiento, cruzó el territorio no oficial en el patio de la escuela y se dirigió directamente hacia donde Dokgo y sus aliados más cercanos estaban reunidos.
Dokgo se puso de pie, su presencia sola era suficiente para hacer que el grupo rival vacilara por un momento. Era más alto y más imponente de lo que recordaban, su figura era la encarnación misma de la fuerza y la autoridad.
Uno de los miembros de Dongjin, un joven grande llamado Tae-hyun, dio un paso adelante. "¿Así que tú eres Dokgo? He oído que eres fuerte, pero solo veo a un niño jugando a ser jefe," provocó, con una sonrisa arrogante.
Dokgo no respondió con palabras. En cambio, se acercó a Tae-hyun con una calma mortal. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lanzó un solo golpe, un directo potenciado por su entrenamiento y el nivel actualizado de su sistema:
[Boxeo: Nivel 7 (2895/4000)]
El impacto fue como el estallido de un trueno, resonando a través del patio. Tae-hyun fue lanzado hacia atrás, noqueado instantáneamente por la fuerza brutal del golpe, su cuerpo golpeando el suelo con un ruido sordo que silenció todos los murmullos y risas.
El patio cayó en un silencio absoluto, todos los ojos estaban fijos en Dokgo, que se mantenía erguido, su respiración tranquila, como si el esfuerzo de derribar a un oponente con un solo golpe no fuera nada para él.
"Que esto quede claro para todos," dijo Dokgo, su voz firme y poderosa, "no toleraré desafíos a mi autoridad. Ni de Dongjin, ni de Seongsu, ni de nadie."
Los miembros de la pandilla rival recogieron a Tae-hyun, aún inconsciente, y se retiraron rápidamente, sus ojos llenos de miedo y respeto. La demostración había sido efectiva, no solo reafirmando el control de Dokgo sobre Hanseo, sino también solidificando su leyenda como el luchador más formidable de la región.
Esa noche, mientras Dokgo caminaba solo de regreso a casa, reflexionaba sobre el día. Sabía que la paz sería temporal; siempre habría nuevos desafíos y nuevos rivales. Sin embargo, estaba confiado. Su fuerza, tanto física como estratégica, estaba en su punto más alto, y seguiría utilizando el sistema para asegurarse de que siempre estuviera preparado.
En los días siguientes al confrontamiento, la Preparatoria Hanseo experimentó una calma tensa. La demostración de fuerza de Dokgo no solo había silenciado a sus rivales inmediatos, sino que había resonado más allá de los muros de la escuela, llevando su reputación a nuevas alturas. Sin embargo, con la fama llegaban nuevos desafíos y la atención de figuras no solo dentro del ambiente escolar sino también de otros interesados en el poder que Dokgo ejercía.
Mientras tanto, Dokgo utilizaba esta oportunidad para consolidar su poder dentro de Hanseo. Se reunió con líderes de grupos menores dentro de la escuela, asegurándose de que cualquier grieta potencial en su liderazgo fuera reforzada antes de que pudiera ser explotada. Hyeon-su y Min-jun le ayudaban a mantener un control firme, supervisando las operaciones diarias y asegurándose de que todos en la escuela supieran que desafiar a Dokgo no era una opción.
Una tarde, mientras Dokgo revisaba sus planes en una de las aulas vacías, Ji-eun entró, buscándolo con un proyecto de clase que estaban supuestos a realizar juntos. Al verla, Dokgo suavizó su expresión, recordando que había aspectos de su vida en Hanseo que aún valoraba fuera de la lucha por el poder.
"¿Cómo vas con el proyecto?" preguntó Ji-eun, colocando sus libros sobre la mesa.
"Bien, gracias a tu ayuda," respondió Dokgo, cerrando brevemente su cuaderno lleno de estrategias y apuntes sobre la pandilla. "¿Y tú? ¿Todo bien en clases?"
Ji-eun asintió, aunque parecía algo preocupada. "Está bien, pero... hay muchos rumores, Dokgo. Sobre ti. Todos hablan de lo que pasó con Tae-hyun. Algunos están asustados, otros impresionados, pero todos te miran diferente ahora."
Dokgo consideró esto por un momento. "Es necesario. Es la única manera de mantener el orden aquí. Pero entiendo que puede ser incómodo."
Ji-eun miró hacia sus ojos, buscando entender a la persona detrás del líder. "Solo espero que no te pierdas en este... papel que tienes que jugar aquí."
Dokgo asintió, agradeciendo su sinceridad. "Lo intentaré."
La conversación fue interrumpida por el sonido de mensajes llegando al teléfono de Dokgo. Al revisarlo, vio varias alertas de Hyeon-su: había movimientos inusuales cerca de la escuela, personas desconocidas preguntando por él. Al parecer, su reciente demostración había atraído la atención no solo de otras escuelas sino también de elementos más organizados y potencialmente peligrosos fuera del entorno escolar.
"Debo irme," dijo Dokgo, poniéndose de pie rápidamente. "Cuidado con quién hablas sobre mí, Ji-eun. Las cosas podrían ponerse más complicadas."
Ji-eun asintió, observando cómo se alejaba con una mezcla de admiración y preocupación.
Dokgo se encontró con Hyeon-su fuera de la escuela, donde discutieron la mejor manera de manejar este nuevo tipo de atención. Decidieron aumentar la vigilancia y prepararse para cualquier eventualidad. Dokgo sabía que cada acción tenía una reacción y estaba determinado a mantenerse un paso adelante, sin importar quién estuviera observando.
La noche cayó sobre Seúl, y mientras Dokgo patrullaba las áreas alrededor de Hanseo, reflexionaba sobre el delicado equilibrio entre el poder y la percepción. Sabía que mantenerse en la cima requeriría más que fuerza bruta; requeriría astucia, precaución y, sobre todo, una comprensión profunda de las dinámicas en juego tanto dentro como fuera de la escuela.
La notoriedad de Dokgo dentro y fuera de la Preparatoria Hanseo continuaba creciendo, y con ella, la inevitable atracción de figuras que querían probar su fuerza o reclutarlo para sus propios fines. Su reputación como un luchador formidable que podía resolver conflictos con un solo golpe había marcado un precedente que ahora tenía que mantener, queriendo o no.
Un día, mientras caminaba por una calle cercana a la escuela después de las clases, un auto desconocido se detuvo a su lado. La ventana se bajó lentamente, revelando a un hombre de aspecto rudo, claramente no un estudiante, que lo observaba con interés calculador.
"Dokgo, hemos oído hablar mucho de ti," dijo el hombre, su voz suave pero cargada de un tono ominoso. "Mi jefe está interesado en tus habilidades. Podrías ser muy útil para nosotros."
Dokgo detuvo su paso, mirando al hombre directamente a los ojos. No dijo nada en respuesta, su silencio era su firma. No necesitaba palabras para comunicar su desinterés y advertencia.
El hombre, viendo que no iba a obtener una respuesta verbal, sonrió siniestramente. "Piénsalo. No es una oferta que puedas rechazar fácilmente," insistió, antes de subir la ventana y ordenar al conductor que se alejara.
Dokgo memorizó el número de matrícula del coche, su mente ya analizando este nuevo desarrollo. Sabía que enfrentarse a elementos externos más organizados era un territorio diferente, uno que podría requerir más que simples demostraciones de fuerza. A pesar de su preferencia por resolver las cosas con acciones, entendía que esta situación podría necesitar una nueva forma de respuesta.
Esa noche, en el gimnasio de la escuela, Dokgo entrenaba solo, perfeccionando su técnica y liberando la tensión que este encuentro había generado. Cada golpe que lanzaba al saco de boxeo no solo fortalecía su cuerpo, sino que también reafirmaba su determinación de permanecer independiente y no ser utilizado por nadie.
[Boxeo: Nivel 7 (3750/4000)]
Al día siguiente, Dokgo se reunió brevemente con Hyeon-su y Min-jun para informarles sobre el encuentro. "Estén alerta, podríamos tener problemas más grandes en camino," les advirtió, su tono bajo pero severo.
"¿Quieres que investiguemos?" preguntó Hyeon-su, listo para actuar según las pocas palabras de Dokgo.
"No," respondió Dokgo con firmeza. "Mantengamos la guardia alta. Por ahora, eso es todo." Su estrategia era simple: no provocar más acción hasta que fuera absolutamente necesario. Prefería esperar y ver, manteniendo su fuerza lista para el momento justo.
Los días siguientes pasaron sin incidentes, pero el ambiente estaba cargado con una sensación de inminencia. Dokgo continuó su rutina, asistiendo a clases y manteniendo su dominio en la escuela con su presencia imponente y pocas palabras. Los estudiantes y los profesores por igual habían aprendido a leer su silencio, entendiendo que, aunque no hablara mucho, cuando Dokgo actuaba, el mensaje era claro y contundente.
A medida que las semanas transcurrieron, la tranquilidad aparente en la Preparatoria Hanseo comenzó a desvanecerse, reemplazada por una tensión subyacente que Dokgo podía sentir pero no ver. Las observaciones sobre coches no familiares rondando cerca de la escuela se habían vuelto más frecuentes, y aunque no había habido un enfrentamiento directo desde la advertencia del hombre misterioso, Dokgo sabía que la calma era solo superficial.
Una tarde, mientras Dokgo realizaba su rutinario patrullaje por los alrededores de la escuela, notó un grupo de hombres parados cerca de la entrada trasera. No eran estudiantes; su postura y su mirada eran demasiado calculadas, demasiado vigilantes. En su aproximación, uno de ellos, que parecía ser el líder, dio un paso adelante.
"Dokgo, ¿verdad?" preguntó el hombre, su voz rasposa indicando años de cigarrillos. "Mi nombre es Kang. Hemos estado observando tus movimientos. Eres impresionante, chico."
Dokgo se detuvo a unos metros de distancia, su expresión imperturbable. No respondió, esperando a que Kang continuara.
Kang sonrió, entendiendo la naturaleza reservada de Dokgo. "No estamos aquí para luchar, al menos no hoy. Mi jefe quiere que te unas a nosotros. Piensa que desperdicias tu talento en estas peleas de niños de escuela. Podrías hacer grandes cosas con nosotros."
Dokgo evaluó a los hombres, su instinto le decía que Kang no mentía sobre su intención de no pelear, al menos por ahora. "No estoy interesado," dijo finalmente, su voz baja pero firme.
Kang suspiró, como si esperara esta respuesta. "Esa es una lástima, realmente lo es. No muchas personas reciben una segunda oferta, Dokgo. Considera esto como un favor especial." Con una última mirada evaluadora, Kang hizo una señal a sus hombres para que se marcharan.
Mientras los hombres se alejaban, Dokgo reflexionó sobre el encuentro. Sabía que rechazar la oferta de Kang podría traer consecuencias, pero ceder a presiones externas no era su estilo. Necesitaba estar más alerta que nunca y preparar a su pandilla para cualquier cosa que pudiera venir.
Esa noche, en una reunión con Hyeon-su y Min-jun, Dokgo compartió los detalles del encuentro. "Es posible que las cosas se intensifiquen. Necesitamos estar listos para defender no solo la escuela, sino también a nosotros mismos," explicó, su tono más serio que de costumbre.
"¿Crees que volverán?" preguntó Min-jun, siempre listo para la acción.
"Sí," respondió Dokgo, "y no solo para hablar."
Los días siguientes fueron un testamento de la preparación. Dokgo incrementó las patrullas y reforzó las medidas de seguridad, tanto visibles como encubiertas, dentro y alrededor de la escuela. Cada miembro de su pandilla estaba en alerta máxima, y aunque la rutina diaria continuaba, todos sabían que estaban en el borde de un conflicto más grande.
Mientras tanto, Dokgo continuaba entrenando, tanto en el gimnasio como en el campo, mejorando no solo su fuerza física sino también su capacidad para liderar y estrategizar bajo presión. Su progreso en el sistema Dokgo era notable, cada día un paso más hacia la perfección en su arte marcial.
[Boxeo: Nivel 8 (100/5000)]
A pesar de la creciente amenaza, Dokgo encontraba fuerza en su rutina y en el respeto inquebrantable de sus compañeros. Sabía que la verdadera prueba aún estaba por venir, y cuando llegara, estaría listo.