El traqueteo del metro me despierta, no recuerdo cuando llegue a este lugar, solo sé que llevo un año fuera de casa, y estaré aquí por poco tiempo, mientras me estiro repaso mi lista de personas con las que tengo que hablar y su prioridad: mis abuelos, creo que son todas, si me da tiempo hablaré con Axel, de mis primos es con quien mejor me llevo. Sí, no hay nadie más con quien quiera hablar.Estoy nerviosa, no entiendo cómo está ansiedad me sigue todavía, y sentir la caja de terciopelo en mi bolsillo no ayuda en nada, un regalo que nunca daré.El pitido en las bocinas anuncia la estación, si mi memoria no me falla son dos más, podría bajar aquí, pero no tengo ánimo para caminar, ver lo que alguna vez fue mi rumbo me deprime.Había leído que después de estar mucho tiempo del otro lado, uno llega a sentirse fuera de lugar, nacer aquí, pero vivir allá, termina por convertirte en alguien de ningún sitio.Miro al frente, una señora de la tercera edad se topa con mi mirada, me saluda y le devuelvo el gesto, —¿ya casi es tu parada?—Sí — respondo, vacilo antes de seguir la plática, —Ha sido un largo viaje.—¿Cuánto llevas fuera?—Un año, más o menos.—Muy reciente, este es mi séptimo viaje.No me imagino haciendo este trayecto siete veces, pero esta señora se ve alegre por ello, noto en ella el cansancio igual que mayoría en el vagón por el viaje de regreso, no obstante supongo que en su caso tiene razones por las que vale la pena.—Descuida, ver a tu familia te levanta el ánimo.—Eso espero.—¿Discutieron antes de que te fueras?No respondo, supongo que el gesto de mis ojos le dio la respuesta.El nombre de mi estación suena en los altavoces, la señora también se levanta, le ofrezco mi brazo como apoyo y ambos salimos al andén.Caminamos por el pasillo a la salida, me cuenta de sus nietas y de su gato, habla de cuanto espera ver nuevamente a su esposo y comer quesadillas, iniciando una pequeña riña la cual gane.—Mi camino es por este lado — dice señalando al lado contrario a mi destino.—Cuídese mucho, caminar de noche es peligroso— bromeo, ya que no hay peligro real para gente como nosotros.—Habla con todos, no solo con los que quieres— es lo último que me dice antes de desaparecer de mi vista.Camino por las concurridas calles de mi excolonia, estas noches de finales de octubre son tan concurridas, tanto que incluso los niños siguen despiertos después de las 11. El olor de la comida y el pan hacen que mi panza duela, ruego porque en casa mi abuela haya hecho el espagueti que tanto me encanta. Sé que no es comida de la época, pero tomando en cuenta la ocasión, espero hayan hecho una excepción.Llego finamente a la casa de mis abuelos, tengo cuidado de no mover mucho el camino amarillo, todos están aquí.Saludo y paso rápido, espero hallar pronto a mis abuelos, decir lo que tengo que decirles y hacerlo rápido para tener el resto de la noche libre.Y me topo con la persona que menos quería ver.Mi hermano está viendo la ofrenda, suspiro, no hay caso en ignorarlo ahora.—Hola — saludo sin ganas, él solo asiente.—Te fuiste sin que pudiera disculparme — habla sin separar la vista de las fotos.—Ya no tiene cazo, lo hecho, lo que sea— respondo sin darle importancia, o sin querer reconocer que lo que hizo me lastimo.Pero, no fue su culpa, dolió, pero así actúa la gente deprimida.—Si pudiera regresar el tiempo...—¡Aun así, no puedes! — grito exasperada, tanto que tiro una de las velas, por suerte mi hermano la atrapa a tiempo.No quería tener esta charla, solo quiero disculparme, no que se disculpen conmigo.Después del susto mi hermano vuelve a su estado de lamentación, al ser menor que yo, me acostumbre a que sus problemas se anteponían a los míos.Así que mi enojo no es por lo que él hizo, es más bien, porque una vez que él estuvo bien, como siempre, nadie se molestó en ver cómo había quedado yo.Malditas lágrimas, no salgan ahora.—Mira, si te quedaste fue por algo — digo poniendo una mano en su hombro, —Lo que fue ya paso, se jodió, ni modo. Pero lo único que quiero es que estés bien, aunque no lo diga, solo quiero que seas feliz de nuevo.Parece que le pase mis lágrimas a él, pone su mano en su hombro.Suspiro, fue corto y creo que exprese lo que siento, amo a este tonto, y por más mal que me sienta o lo enojada que este, no puedo dejar de preocuparme por él.Me alejo para buscar a nuestros padres, haber hablado hace que me sienta más ligera de alguna manera, tal vez pueda hablar con otras personas esta noche.Encuentro a mis abuelos, sentados en el sillón largo mientras contemplan a los invitados de su fiesta, ¿Cómo es posible que a su edad tengan más vida social que yo?Me siento al lado de mi abuela, las palabras se me atoran, irónico.—Con ustedes si quería hablar, y ahora no puedo — rio de mi desgracia, —Solo, gracias. Había muchas cosas que quería platicar con ustedes, una en especial me daba miedo, porque no sabía cómo reaccionarían.Los dos voltean, sus miradas me desarman, me permito llorar solo un poquito, —En fin, tal vez no era importante que lo supieran, o ya lo saben, pero entienden que no estoy lista para decirlo. Como sea, solo, gracias por ser los mejores.Me animo a hablar con ellos, me extraña no haber visto a mis padres, la casa es grande, pero definitivamente ya debería haberlos visto.Me llega un pensamiento, supongo que dada la fecha, lo normal es que no se sientan tan bien para estar en la fiesta, así que voy a buscarlos a los cuartos del segundo piso.Tal como supuse, los dos están en el cuarto de visitas, los dos en sus computadoras, espero no se hayan vuelto de esos adictos al trabajo.—Tenía varias cosas que decirles— menciono sentándome en la cama, ninguno voltea.Prefiero acostarme un rato, debería estar abajo dándole bajé a la comida, pero quiero sacar eso de mi corazón, hacía discursos en mi cabeza; sin embargo, me conozco lo suficiente para saber que se me va a olvidar la mitad.Lo mejor, pensé después de un rato, era hacerlo simple.—Lo sientoLos dos dejaron de teclear, la primera en llorar fue mi mamá, de los dos siempre fue la más sentimental, mi padre, aunque conservaba su siempre serio semblante, también lloro un poco.Verlos así, en realidad comenzó a hacerme enojar, iba a salir del cuarto, pero en su lugar, recordé porque estaba aquí.—¿En serio solo van a llorar? No espero una disculpa, o tal vez sí, solo...Quería gritarles, por todo el daño que me habían hecho, por la baja autoestima que sus comentarios me provocaron, por decir lo que debía hacer, y solo cuando vieron cuán rota me estaba quedando decidieron cambiar su discurso.Por priorizar siempre a mi hermano, por negar lo que era, incluso cuando yo solamente cometí el pecado de aceptarme.Pero, a final, nada cambiaria mi estado.—Siento no haber sido la hija que hubieran esperado. No quita lo mucho que me jodieron, pero supongo que ustedes también lo estaban.Mis padres comenzaron a relajarse, aunque claro, el sentimiento aún estaba presente en la habitación.—Gracias, aunque también estaban re traumados, trataron de hacer lo mejor.Era la espina más grande que venía cargando, el enojo aún estaba, pero ya no dolía, el vómito de palabras de esta noche sí que está funcionando como terapia.—Bien, ya dije lo que tenía que decir, ¿bajan a comer?Realmente me sentía bien, mis padres salieron después de secarse las lágrimas, oí que llamaron a mi hermano, iba a bajar, no obstante el sentimiento de paz en mi pecho quería estar a solas, al menos un rato.El único espacio libre de la casa era la azotea.Las luces le daban un encanto peculiar a la ciudad, la mayoría eran por supuesto artificiales, pero podía notar de forma peculiar la de las veladoras, supongo un gusto adquirido por mi estado actual.—Hola.No esperaba eso.Ver a mi amiga sí que no lo tenía contemplado.—Tus papás me invitaron — dice incómoda, no creo que sea por ser la única capaz de verme, noto que tiene un asunto conmigo.Nos sentamos cerca de la cornisa, ninguna hablaba. Vi el anillo en su dedo, —Ya un año — digo señalando el objeto metálico,—La boda fue bonita, lástima que no estuviste.Era la primera vez en la noche que alguien podía confrontarme, baje la mirada apenada.—Sabes que no pude estar.—Perdona, sé que no lo planeaste — se disculpa, —Solo, fuiste la primera en irse del grupo, me dolió que no estuvieras.Dolor, un sentimiento que no queremos para nosotros, pero que en ocasiones, consiente o inconscientemente, provocamos seguido en otros.—Lo siento.—Está bien, me alegra que pueda hablar contigo, aunque sea de esta forma.Meto la mano en mi ropa, recuerdo la cajita que traía conmigo.No fue por arrepentimiento, solo fue que cuando me decidí a dárselo, un jetta se pasó el rojo.—¿Le ayudarías a este fantasma a realizar un último deseo?Le extendí la cajita, sus ojos se abrieron, —¿Era para ella?—Si—¿Puedo?—Claro.Abre el regalo, noto el malentendido en su expresión y rio, ya que en su interior no había un anillo, en su lugar, un copili de plumas blancas ocupaba el espacio.—Si quería proponerme, pero no quería darle algo común.Ella asiente, sonríe al entender el significado de mi propuesta.El aire sopla y ella se encoge en su sitio, —Deberías entrar, no es un clima amigable para los vivos.—¿No vas a volver?—Ya casi me tengo que ir, prefiero estar aquí.Nos despedimos como lo hacíamos en la universidad, solo que esta vez, ya no habrá otra clase donde nos volvamos a ver.Me quedo sola.Estoy segura de que ningún terapeuta o experto en psicología aprobaría mis acciones para decir que ya estoy bien, muchos dirían que ese era solo la punta del iceberg para sanar, pero teniendo solo unas horas al año, creo que estaba bien.Comience a contemplar mis 31 años de vida, lo bueno, lo malo, lo patético, lo glorioso, ¿qué tanto de mi vida sería digno de contar?, ¿qué tanto podría yo ayudar para que otros no cometieran mis errores?Alguien cambio la música abruptamente.—Esa es mi canción.No era mi número uno, aun así, era la que me gustaba oír cuando iba a viajar, sin importar el tipo de transporte, para mí era ley escucharla para presagiar un buen viaje.Era mi tótem, mi inspiración, y ahora que había llegado mi viaje final, era justo y necesario escucharla una última vez.No sé si era la luz de las velas de la casa, la oscuridad de la noche, o simplemente saber que nadie me vería, pero hice algo que nunca hice cuando la escuchaba, me puse a bailar.No era profesional, mis movimientos me delataban, pero por primera vez en mucho tiempo me sentí viva, y eso era algo que sí podía expresar en ese extraño baile.Tal vez no fui la hija favorita, tal vez no logre salir del closet con todos los que me importaban, tal vez no fui la inspiración de nadie. Pero viví, viví como quise, cometí los errores que quise cometer, aprendí lo que tenía que aprender.Las campanadas de una iglesia anuncia la una de la mañana, se fue muy rápido la noche.Ni modo.—Feliz Día de Muertos— digo mientras desaparezco.