Un día, sin ningún tipo de aviso, aparecieron unos seres con una fuerza inimaginable para ese momento, una palabra era suficiente para poder agruparlos: Demonios. Seres de un tamaño monstruoso, unos cuerpos bien formados y lo más raro de ellos, portaban las armas que alguna vez los seres humanos usaron en las antiguas guerras.
Se dice que la primera aparición fue en una plaza de Berlín. En ella, de repente, apareció una especie de portal de unos tres metros de alto, de donde empezaron a surgir estos horribles seres.
El caos azotó las calles, las personas empezaron a correr de un lado a otro buscando algún tipo de refugio, pero era inútil. Los demonios arrasaron todo a su paso, sin importar si eras mujer, hombre, niño, anciano, discapacitado; no importaba nada, ellos solo destruían todo a su paso.
Las fuerzas armadas de Alemania empezaron a moverse. Un gran ejército rodeó una Berlín ya sin vida humana. Los soldados solo esperaban la última orden de su general al mando, pero cuando llegó la orden de avanzar hacia el enemigo, ya era tarde. Cientos, si no miles, de estos seres se dirigían hacia los soldados alemanes. Empezó la confrontación, si es que así se le puede llamar. Las fuerzas alemanas no podían hacer nada al cuerpo de los demonios. Por alguna razón, sus muy prestigiosas armas no lograban ni un solo rasguño en la piel expuesta de los demonios.
Así fue como millones de soldados perdieron su vida ante los demonios. El gobierno estaba alterado, todo era un caos. Los demonios que aparecieron en Berlín se empezaron a mover hacia el resto del país. Solo era cuestión de tiempo para que Alemania cayera ante las manos de su enemigo, pero el gobierno alemán no se daría por vencido tan fácilmente. Tomaron su última oportunidad para poder siquiera intentar eliminar un puñado de estos seres. Empezó el bombardeo con misiles a las zonas urbanas ya evacuadas, pero esto tampoco tuvo éxito. Solo lograron hacer unos ligeros rasguños en la piel de esos seres. Ya estaba perdido, todo el país caería; solo tomó un rato para que el país desapareciera.
Con la desaparición de Alemania, los países que tenían fronteras con Alemania empezaron a buscar una manera de protegerse. La noticia empezó a llegar a todo el mundo.
La OTAN empezó a recopilar información sobre estos seres. No faltaba mucho para que empezaran a llegar a más países. Francia empezó a evacuar a sus habitantes a Inglaterra para poder tener el campo libre y así poder experimentar con más armas y ver si alguna tenía efecto.
En cambio, los países más pequeños no tenían más opción que dejar su territorio e inmigrar a otros países. Muchos fueron directo a Rusia, otros fueron a Francia y algunos a Estados Unidos.
Pasaron unos tres meses desde que los demonios aparecieron en Alemania y ellos empezaron a ser vistos en la frontera con Polonia. La OTAN empezó su experimentación. Muchas armas letales fueron usadas en los Demonios, pero ninguna tenía el efecto esperado.
Estaban perdidos, ese era el único pensamiento que existía en la gente. El centro de Europa fue completamente ocupado por los demonios.
La esperanza empezaba a desvanecerse, pero un milagro apareció: un pequeño grupo de personas obtuvieron habilidades, tanto mágicas como físicas.
Aparecieron los primeros magos y guerreros.
Con la aparición de estas personas, llegaron los estudios. Los demonios trajeron algo además de terror, trajeron maná, una especie de energía invisible que empezó a distribuirse a través del mundo. Algunas personas eran capaces de aprovechar este maná en el entorno y usarlo para formar diferentes hechizos. Estos fueron llamados magos, pero había otros que no usaban el maná para invocar hechizos, sino, para poder fortalecer su cuerpo y otros objetos.
Se armó una fuerza especial y fue mandada a las diferentes fronteras para poder ver si esta era la solución a su situación.
El grupo en Rusia era el más grande y mejor calificado. Ellos contaban con equipamiento algo antiguo para la época. Los guerreros portaban espadas, lanzas, escudos y otros objetos. No podían usar armas de fuego, pues el maná que agregaban a estas se disolvía en el ambiente, volviéndolo otra vez en armas que no hacían daño a los demonios.
Los guerreros empezaron su lucha cuerpo a cuerpo, mientras que los magos daban su apoyo a larga distancia y solo si se requería.
Poco a poco, el mundo se fue llenando de maná y con él aparecieron más personas capaces de usar maná. Así que los demás países empezaron a formar sus grupos de asalto con estos nuevos soldados.