—La gran, áspera y cálida mano del hombre envolvió la pequeña de ella, tal como antes, cuando se encontraron cara a cara.
—Él era más reticente, raramente expresaba palabras contundentes.
—Debido a su apretada agenda, los dos nunca habían tenido una cita después de confesar sus sentimientos el uno por el otro.
—El tiempo volaba, y cada vez que él venía a recogerla después del trabajo, algo sucedía, y tenía que llevársela para manejarlo.
—En el camino, él le sostenía la mano así.
—Aunque no hablaban ni una palabra, dedos entrelazados, solo sostener las manos de esta manera parecía dar una sensación de calma y estabilidad a lo largo de los años.
—Justo como ahora... ¿Pero podrían volver a ese estado de paz otra vez?
—Eve Thompson sintió una punzada de tristeza en su corazón.
—¿Por qué el hombre no había soltado su mano todavía? —El pensamiento cruzó por la mente de Anthony Charlie.