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Eve Thompson avanzaba sigilosamente, con pasos ligeros que apenas producían sonido.
Lentamente se aproximó y se detuvo detrás de Irvin Sharman.
Él estaba mirando la lápida.
La foto y el nombre de su hermana estaban claramente grabados en ella.
La tumba nueva estaba limpia y libre de polvo, con un ramo de crisantemos blancos meciéndose frente a la lápida.
Eve se detuvo a diez pasos de Irvin.
Todo lo que podía ver era su espalda.
Inclinándose hacia adelante, de repente se agachó frente a la lápida. Extendió la mano temblorosa, tocó la foto de su hermana en la lápida, antes de apretar el puño y golpearlo con fuerza contra el suelo.
—¡Bang! La sangre salpicó de su mano.
Sin embargo, parecía inmune al dolor, arrodillado en el suelo con la cabeza baja.
Después de un rato, el hombre reprimió un sollozo, su voz contenida y baja —Lo siento... —No esperaba que fuera así... —Lo siento... es mi culpa...
Mientras hablaba, se cubría la cabeza con las manos.
