Ella agarró el brazo de Ava White, tirando de ella con fuerza.
De repente, Ava sintió más dolor y gritó:
—¡Para, no te muevas!
Eve Thompson ya la había levantado, pero al escuchar esto, inmediatamente la soltó y alzó las manos:
—¿Te hice daño? Ah, ¡entonces no me moveré!
—¡Bang! El cuerpo, que estaba a medio levantar, cayó de repente al suelo.
¡Ava sintió como si se hubiera fracturado el coxis!
El dolor era tan fuerte que no podía hablar.
Con lágrimas en los ojos, miró a Eve:
—¡Tú...!
Antes de que pudiera decir más, Eve la interrumpió:
—Tía White, ¿qué te pasa? ¿Te sientes mal? ¿Se te rompió el brazo? ¡Déjame ver!
Agarró el brazo de Ava otra vez y lo tiró con fuerza. —¡Crac!
El brazo de Ava se dislocó.
Ava: ...!!
¡Esta pequeña perra debe haberlo hecho a propósito!
El dolor casi la hizo desmayarse, pero luego vio cómo Eve soltaba su brazo de nuevo. Su brazo cayó sin control, golpeando su cintura. Finalmente gritó:
—¡Lo hiciste a propósito! ¡Quieres lastimarme!
