Después de asegurarse de que Hada Morada se había ido, Qiao Lian se dio la vuelta e hizo una evaluación de sus lesiones. Frunció el ceño de inmediato.
Las lesiones eran más graves de lo que había pensado.
Quería echar un vistazo más de cerca cuando el Padrino y el Subpadrino rápidamente metieron las manos en sus bolsillos y dijeron:
—Está bien, son heridas menores. Podemos soportarlo.
El Equipo CQ no había reclutado a ningún jugador de reserva, así que ahora solo había cinco miembros.
Aprietando los dientes y mirándolos, preguntó:
—¿En serio están bien?
—Realmente, estamos bien.
Incluso si no lo estuvieran, tenían que estarlo.
El Padrino y el Subpadrino intercambiaron miradas y no dijeron otra palabra.
Su Penghao, bajó la cabeza y miró sus manos—su expresión era aterradoramente sombría.
Nunca había pensado que la Xiao Qiao que había conocido hacía ocho años se convertiría en la horrible persona que era hoy.
