El hombre de rojo dio una calada a su cigarrillo y dijo —¿Están listas las cosas?
El otro hombre asintió y respondió —Hermano Li, ¿por qué estás apuntando a Shen Zihao? Él ha estado bien con nosotros, ¿no es así?
El hombre de rojo se burló —Este Shen Zihao, nos desprecia. Aunque se junta con nosotros, esa actitud arrogante... tsk tsk. ¡Hace tiempo que es un dolor de ojos! Todos somos hijos hedonistas de padres ricos, inútiles con solo vicios. ¿En qué es mejor que cualquiera de nosotros?
El otro hombre asintió —Eso es cierto también. Cuando nos juntamos, él se aparta y solo mira. Eso me resulta incómodo.
En ese momento, sacó un frasco y vertió una pequeña píldora —Jeje, esta pastilla es pequeña pero poderosa. ¡Garantizo que irá directo al séptimo cielo si solo toma una de estas!
El hombre de rojo se rió con alegría —Y vamos a traer a unos cuantos de esos hombres para que se unan a la fiesta.
El otro hombre se quedó atónito por un segundo —¿Eh? ¿No es eso pasarse?
