Recordó también que cada vez que la acosaban en la escuela y llegaba a casa con los ojos rojos, el Hermano Liangchuan le preguntaba qué le pasaba. Ella nunca decía nada.
Pero al día siguiente, él siempre aparecía en su escuela para asegurarse de que se hiciera justicia.
Pero ahora…
Miró su pierna.
—¿Estaba rota y el Hermano Liangchuan no vendría? —Song Yuanxi apretó los puños con fuerza. Pensó en la llamada que había hecho a Qiao Lian, su confianza al hacer una apuesta. Se sentía como una cruel bofetada en su propio rostro.
Una expresión de desagrado apareció en su rostro de inmediato.
Qiao Lian había estado mirando fijamente al vacío toda la mañana en la agencia de noticias, sintiéndose inquieta.
Ahora que Song Yuanxi estaba herida, ¿estaría Shen Liangchuan con ella en el hospital?
Miró fijamente al vacío de nuevo. De repente, sintió que no podía tolerar más la situación.
Después de todo, ignorarlo no resolvería el problema.
