Qiao Lian miró a los otros cuatro miembros del equipo.
Tanto El Padrino como El Subpadrino eran personas amables, honestas y de buen carácter. Aunque Su Penghao se peleaba con ella de vez en cuando, el resto de ellos la respetaban o, al menos, lo parecían, incluso si no confiaban en su habilidad para jugar.
Sin embargo, justo en ese momento, no contradijeron a Su Penghao.
Su reacción hizo que Qiao Lian entendiera su posición.
Desconfiaban de ella.
Qiao Lian sentía como si tuviera una pesada piedra aplastándole el pecho.
Se quedó callada.
Después de haberle dicho esas duras palabras, Su Penghao pareció volver en sí. Después de resucitar, su impulsividad cesó.
Pero la desventajosa posición en la que habían sido puestos al inicio del juego ahora se manifestaba claramente.
El ceño fruncido de Qiao Lian se acentuó al analizar la situación.
Su mala situación continuaba empeorando.
En ese punto, Qiao Lian pidió un breve descanso.
