Las pupilas de Qiao Lian se contrajeron inmediatamente al oír esto.
—¿Había ocurrido algo malo en la villa otra vez?
Ella miró ansiosa a Xia Nuannuan y dijo —Eh... Tenemos que hablar otro día. Ha surgido algo urgente y tengo que irme ahora.
Xia Nuannuan asintió y sacó una hoja de papel notita. Escribió su número de contacto en ella y se la dio a Qiao Lian —Ahora estoy trabajando aquí, ya no estoy en la discoteca. No dudes en llamarme cuando quieras.
Sin embargo, ella no pidió el número de Qiao Lian.
Aquellos que podían permitirse venir a este centro de rehabilitación no eran solo ricos, eran personas ricas y respetables.
Ella solo quería una oportunidad para devolver el favor. No quería nada de Qiao Lian y nunca soñaría con molestarla.
Su consideración hizo que a Qiao Lian le agradara aún más.
Ella no era ni sumisa ni prepotente, sus maneras eran extremadamente encantadoras.