Veinte minutos más tarde, Lu Chao llegó al hotel y pagó la cuenta de su pobre jefe. Las pocas personas que estaban más cerca de Xiang Huai sabían que el jefe era realmente muy pobre, así que ya habían formado el hábito de pagar de su propio bolsillo por él.
No había elección. Sus salarios los daba su jefe.
Si no desarrollaba este hábito, su jefe podría encontrar una excusa para descontar dinero. Por ejemplo, porque estaba comiendo en el trabajo o yendo al baño durante el trabajo…
¡Las razones del jefe para descontar dinero eran todas extrañas e imposibles de prever!
Después de pagar obedientemente, Lu Chao entró al salón privado.
Xue Xi se sorprendió al verlo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron, y Dientes Caninos seguía igual. Sonrió cuando se vieron y sus dientes caninos se veían muy lindos. —Hermana Xi, hace mucho que no nos vemos. ¡Estás tan hermosa como siempre!
Xue Xi dudó y lentamente dijo, —...Eres igual que antes.
—... —Lu Chao.
