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Zheng Zhi siempre había sido inflexible e irrazonable.
Esta vez, había ido a pedir ayuda a la Hermana Yi por culpa de Xue Xi. Ya había ido en contra de su naturaleza, pero no esperaba que Qin Shuang no supiera lo que era bueno para ella. Inmediatamente se enfureció y sus palabras fueron venenosas.
Qin Shuang nunca había sido de las que se quedan en desventaja. De inmediato replicó:
—¿Rogarle? ¡Solo vino aquí para reírse de mi Hermana Xi, no es así? ¿O qué? Tú mismo dijiste que es tan formidable, ¡pero ahora ni siquiera puede echar un vistazo a esta pequeña enfermedad! Eres tan estúpido, y aún así nos desprecias. Ja, ¿no puedes usar tu cerebro y pensar por qué no puede lidiar con eso?
Qin Shuang nunca había estado en el departamento especial y no sabía sobre el enredo entre Fang Yi y Xue Xi. Sin embargo, aun así dio en el clavo: