Al abrir los ojos, la luz suave del amanecer se filtraba a través de las cortinas, dándome la bienvenida a un nuevo día. Me levanté de la cama, aún medio adormilado, y me dirigí a la cocina para desayunar. Todo parecía rutinario, un día más que comenzaba sin demasiada emoción, hasta que recordé lo que me esperaba en la escuela.
El camino hacia el colegio fue un tanto tedioso, con el viento fresco de la mañana chocando contra mi cara, recordándome lo que tanto odiaba: Educación Física. Al cruzar las puertas del aula, un sentimiento de incomodidad me invadió. ¡Lo había olvidado completamente! Hoy teníamos la temida clase, una de las pocas materias que verdaderamente detestaba. El profesor era conocido por su rigidez y exigencia, y yo... bueno, yo nunca había sido un apasionado del ejercicio. De hecho, podría contar con una mano las veces que realmente me había esforzado en alguna actividad física.
La clase comenzó como siempre, con el profesor pasando lista, su voz resonando con autoridad por todo el salón. Pero cuando terminó, sus palabras cayeron sobre nosotros como una sentencia:
—"Hoy haremos una prueba de resistencia. Ya saben, si completan 5 vueltas obtendrán un 10. Necesitan hacer al menos 3 vueltas y media para aprobar con un 7. Y recuerden, no pueden detenerse de trotar."
Un escalofrío recorrió mi espalda. Odio esto. La palabra "resistencia" siempre ha sido mi peor enemigo, una sombra constante que me sigue desde que tengo memoria. Recordé la última vez que intenté esta prueba, el amargo sabor de la derrota aún fresco en mi memoria. Un 5... apenas y había logrado terminar.
Me dirigí hacia la pista, el asfalto frío bajo mis pies. Ya sabía que no lo lograría, esa sensación de fracaso anticipado se clavaba en mi mente como un cuchillo.
—"Bueno, ahora que todos están posicionados, comenzaré la cuenta. A la señal, todos a trotar."
1...
2...
3...
"¡Ya!"
El silbato cortó el aire, y comencé a trotar con un ritmo cauteloso, lo suficientemente lento como para conservar energías, pero no tanto como para llamar la atención del profesor. No esperaba nada más que el cansancio habitual, ese que siempre me hacía detenerme antes de tiempo.
Pero algo extraño sucedió. Sin darme cuenta, ya había completado dos vueltas. Mi respiración, aunque rápida, no era la desesperada lucha por el aire a la que estaba acostumbrado. El dolor en mis piernas, esa quemazón que solía ser mi compañera inseparable, estaba ausente.
("¿Eh? Pero si no estoy cansado... ¿cómo es posible?")
La incredulidad me invadió. A medida que seguía corriendo, los otros estudiantes comenzaban a quedarse atrás, sus rostros marcados por el esfuerzo. Pero yo... yo seguía adelante, sin perder el ritmo, con la misma cadencia con la que había comenzado. Los murmullos no tardaron en llegar.
—"¿Qué? ¿Desde cuándo Aōi tiene tanta resistencia? Si siempre quedaba último, ¡esto no tiene sentido!" murmuró un chico, su tono lleno de sorpresa.
—"No me lo puedo creer... además de tener una linda cara, también es bueno físicamente. Seguro que siempre nos ha mentido, solo para darnos lástima," dijo otro chico, con un tono agrio en la voz.
—"Maldito, seguro que nos subestima," gruñó otro, la envidia evidente en sus palabras.
—"¡Wow! ¿Vieron a Aōi? Parece estar en muy buena forma física, ahora lo veo un poco más... sexy," dijo una chica, mirándome de reojo con una sonrisa juguetona.
—"Increíble... siempre quedaba último, pero ahora está aguantando como un campeón. Es el paquete completo," comentó otra chica, mordiéndose el labio mientras me observaba.
Cada comentario, cada mirada, me llenaba de una extraña mezcla de confusión y determinación. ¿Qué estaba pasando? Nunca había sido así, nunca había tenido esa resistencia. Sin darme cuenta, las vueltas se sumaron una tras otra, y antes de darme cuenta, había completado las cinco vueltas.
Me detuve, esperando sentir el cansancio caer sobre mí como una ola, pero no fue así. Mi corazón latía rápido, sí, pero no sentía esa fatiga abrumadora que siempre me había derrotado. Al contrario, me sentía... bien. Energético, como si pudiera seguir corriendo.
—"Qué raro... no me siento para nada cansado. ¿Cómo es posible que esté tan enérgico todavía?" murmuré para mí mismo, mirando a mi alrededor mientras mis compañeros jadeaban, agotados, algunos lanzándome miradas de asombro y otros de pura incredulidad.
Algo había cambiado en mí, algo que no podía explicar, pero que había transformado este día común en algo extraordinario.
Antes de que pudiera sumergirme por completo en el mar de pensamientos que me inundaban, una mano firme se posó en mi hombro. Me giré ligeramente, y ahí estaba él, el profesor, con una sonrisa tan amplia como el cielo y un brillo de orgullo en los ojos.
—"¡Jajaja, Aōi! Estoy muy orgulloso de ti. Al fin te pusiste a entrenar, como te dije. Sigue así, muchacho," dijo con un tono tan lleno de satisfacción que por un momento casi me lo creí.
—"Sí, claro..." respondí, tratando de sonreír, aunque por dentro estaba tan desconcertado como nunca antes. No podía entender lo que estaba sucediendo. No había practicado absolutamente nada, ni un solo día. ¿Cómo era posible que ahora, de repente, mi cuerpo respondiera como el de un atleta o algo del estilo?
Mientras la confusión se apoderaba de mí, el profesor giró hacia el grupo de estudiantes que jadeaban y sudaban a mi alrededor.
—"¿Eh? ¿Ya están cansados? Pero si ni siquiera hemos empezado. ¿Por qué no son como Aōi?" exclamó, agitando su mano en mi dirección.
—"¡Pero si Aōi siempre desaprueba!" protestó un chico entre resoplidos, con el rostro enrojecido por el esfuerzo.
—"Bueno, puede que sí," concedió el profesor, con una media sonrisa. "Pero como ven, ahora se ha esforzado y ha conseguido un 10, algo que ninguno de ustedes ha logrado hoy. Así que aprendan de él."
Sentí las miradas de todos clavarse en mí. Algunas llenas de envidia, otras de incredulidad, y unas pocas de admiración. Pero antes de que pudiera procesar todo, el profesor continuó:
—"Bueno, fuera de eso, ahora subiremos por la cuerda. Y como Aōi fue el mejor en el otro ejercicio, él lo demostrará primero."
El pánico se apoderó de mí. La cuerda... mi enemigo mortal. No tenía ni la fuerza ni la técnica para subir por ella. En otras ocasiones, había llegado a pedir certificados médicos que excusaban mi incapacidad para hacer ejercicios de fuerza física, pero hoy, desafortunadamente, no tenía ese salvavidas conmigo.
Me acerqué a la cuerda con el corazón martillando en mi pecho. Cada paso que daba parecía más pesado que el anterior. Recordaba las veces anteriores en las que ni siquiera había podido despegarme del suelo. ¿Y ahora? ¿Cómo iba a enfrentarme a esta situación?
Con una profunda respiración, cerré los ojos y me aferré a la cuerda. "Vamos, Aōi, no te rindas ahora," me dije a mí mismo. Y entonces, algo increíble sucedió. Sin esfuerzo aparente, mis brazos comenzaron a tirar de mi cuerpo hacia arriba, y mis piernas se movieron con precisión, como si supieran exactamente qué hacer.
—"¿Eh? Espera, ¿cómo estoy haciendo esto? ¡Tengo la fuerza suficiente!" pensé, mientras ascendía por la cuerda con una facilidad que jamás habría imaginado.
Antes de darme cuenta, estaba en la cima, mirando hacia abajo a mis compañeros, todos ellos con los ojos como platos.
—"¡Wow, veo que has mejorado mucho con esos entrenamientos, Aōi! ¡Estás aprobado con un 10 otra vez! ¡Felicitaciones!" exclamó el profesor, su voz resonando con admiración.
—"¿Cómo hizo eso? Si antes ni siquiera podía llegar a dos metros del suelo," susurraron algunos chicos, sus voces teñidas de asombro y desconcierto.
—"¡Wow, qué varonil!" exclamaron unas chicas, mirándome con ojos brillantes.
Mientras descendía de la cuerda, sentí un torbellino de emociones en mi interior. No podía entender lo que me estaba pasando. ¿Cómo había adquirido esta resistencia y fuerza de la noche a la mañana? Nada tenía sentido, pero ahí estaba, demostrando habilidades que jamás pensé que poseía.
La clase continuó, y el profesor siguió tomando la prueba a los demás estudiantes. Yo observé desde un rincón, aún con una mezcla de confusión y extraña euforia. Mi mente seguía buscando respuestas, pero todo parecía irreal.
Finalmente, la clase terminó, y el profesor, con una sonrisa cansada, se dirigió a nosotros:
—"Bueno, ya terminó la clase. Perdón por no poder jugar deportes hoy, pero la próxima les aseguro que podrán jugar lo que quieran."
El sonido de la campana rompió el silencio, señalando la hora del almuerzo. Mientras me dirigía a la cafetería, sentí que las miradas se concentraban en mí más de lo habitual. Era como si todos estuvieran atentos a cada movimiento que hacía, cada paso que daba. Supuse que era por mi desempeño en Educación Física, una materia en la que siempre había sido el peor, pero que hoy había conquistado de una manera inexplicable.
Compré mi comida y me senté a comer, tratando de ignorar las miradas y los susurros a mi alrededor. Todo lo que quería era regresar a la normalidad, pero algo en el aire me decía que ese día, nada sería igual.
Después del almuerzo, asistí a las últimas cuatro horas de clase de la tarde. Todo transcurrió como de costumbre, pero sentía una extraña inquietud en mi interior. No podía dejar de preguntarme qué estaba sucediendo conmigo, qué había cambiado en mí.
Finalmente, al terminar las clases, me dirigí a casa. La cena con mi abuela fue tranquila, mientras comentábamos algunas noticias que aparecían en la televisión. Intenté comportarme como siempre, pero la sensación de que algo había cambiado seguía latente en el fondo de mi mente.
Cuando finalmente me retiré a mi habitación, me dejé caer en la cama. Miré al techo, intentando entender lo que había vivido hoy.
—"Haaa... sigo sin comprender cómo pude mejorar tan rápido mi resistencia sin hacer ejercicio," murmuré en la oscuridad de mi habitación, mi voz apenas un susurro que se perdió en la quietud de la noche.
Mi mente seguía atrapada en un laberinto de preguntas sin respuesta. Intentaba desesperadamente encontrar una explicación lógica, pero cada pensamiento se desvanecía en la neblina de la confusión. ¿Cómo era posible que, de la noche a la mañana, hubiera desarrollado una resistencia y una fuerza que jamás había tenido? No tenía sentido, y cuanto más pensaba en ello, más lejos parecía estar de encontrar una respuesta.
Pero entonces, algo hizo clic en mi mente. Un recuerdo difuso, casi perdido en la maraña de pensamientos, comenzó a tomar forma. El sueño de la noche anterior... ese mundo extraño y vibrante donde todo parecía posible, donde me sentía diferente, más fuerte, más capaz.
—"Espera... ahora que lo pienso, ¿podría ser que ese sueño me hizo mejorar?" Me sorprendí a mí mismo considerando una idea tan descabellada. "Es algo estúpido pensar así, pero no encuentro ninguna otra explicación a lo que me está pasando."
La posibilidad me dejó sin aliento. ¿Podría ser que lo que viví en ese sueño tuviera un impacto en la realidad? Era una idea loca, casi de película, pero no podía ignorar la coincidencia. Justo después de ese sueño, mi cuerpo había cambiado de una manera inexplicable.
—"No sé qué me pasó, pero realmente no me importa," me dije en voz alta, intentando convencérme a mí mismo de que debía estar contento con lo que había sucedido. "Debería estar feliz, pero... me gustaría encontrar una forma lógica de cómo conseguí hacer las cinco vueltas sin cansarme."
La incertidumbre se instaló en mi mente como una sombra persistente, y el esfuerzo de intentar desentrañar el misterio comenzó a provocarme un dolor agudo en la cabeza. Con un suspiro pesado, me dejé caer en la cama, mis ojos fijos en el techo como si en las grietas de la pintura pudiera encontrar las respuestas que buscaba.
—"Si el sueño fuera real..." susurré, mis pensamientos vagando entre la incredulidad y la esperanza. "Tal vez debería intentar mejorar mi inteligencia, a ver si eso también se refleja en la realidad... Sería genial. Pero... creo que lo estoy pensando demasiado. No creo que pueda volver a soñar donde lo dejé, jeje."
Una risa nerviosa escapó de mis labios, y mientras mis ojos se cerraban lentamente, me di cuenta de que estaba al borde del sueño una vez más. La fatiga finalmente venció mi inquietud, y en cuestión de minutos, me sumergí en la cálida oscuridad del sueño.
Cuando abrí los ojos, el mundo a mi alrededor había cambiado. Ya no estaba en mi habitación, sino en el mismo hospedaje donde había estado en mi sueño anterior. Las paredes de madera, el suave resplandor de la chimenea... todo era tan vívido, tan real.
—"¡Wow, estoy de vuelta!" exclamé, mi voz resonando en el vacío de la habitación. "No sabía que esto podría pasar..."
Mi sorpresa se convirtió en asombro absoluto cuando, de repente, un mensaje brillante apareció frente a mis ojos, flotando en el aire justo delante de mi nariz.
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[Sistema]
Bienvenido de vuelta, Aōi. Al terminar el sueño, las estadísticas actuales que tenga en este mundo se le otorgarán en el mundo "REAL", lo que usted llama "Tierra" o "Planeta".
Estas estadísticas solo las podrá tener muy mínimamente en su mundo. Por ejemplo, si en este mundo tiene 130 de energía, significa que en su mundo tendrá una energía ligeramente menor que la de un semi atleta profesional.
En cambio, en este mundo, podrá resistir corriendo por lo menos unas 5 horas sin cansarse.
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—"¡¿QUÉEEE?!" Mis pensamientos estallaron en una confusión caótica. "Espera, eso significa que tenía razón... ¿Cuando estaba pensando en cómo conseguir más resistencia y fuerza fue gracias a este sueño? No me lo puedo creer..."
El mensaje seguía flotando frente a mí, confirmando lo que había sospechado pero no había querido admitir. Todo lo que había experimentado en ese sueño no solo había sido real, sino que de alguna manera había impactado mi vida en el mundo real.
—"Entonces no tengo más tiempo que perder..." Mis palabras se llenaron de una determinación nueva, desconocida hasta ese momento. "Iré a subir de nivel para obtener puntos de habilidad, los cuales gastaré en inteligencia, y así podré ser más inteligente sin tener que estudiar."
La idea me hizo sonreír. Era tan conveniente, tan perfecto... como si este mundo me ofreciera la oportunidad de mejorar no solo en fuerza y resistencia, sino en todas las áreas de mi vida. Ya no era solo un sueño extraño; era una herramienta, una llave que podría abrir las puertas a un futuro mejor.
Con una nueva energía fluyendo por mi cuerpo, me preparé para salir del hospedaje. No había tiempo que perder. Sabía que tenía que aprovechar cada momento en este mundo, subir de nivel, conseguir experiencia, y mejorar mis habilidades. Mi destino me llevaba hacia Gremory Fade, donde aceptaría una misión de caza.
—"Esto va a ser increíble..." me dije mientras salía por la puerta, sintiendo el viento fresco de la mañana en mi rostro. A medida que me dirigía hacia mi objetivo, un pensamiento resonó en mi mente: este sueño había dejado de ser solo una fantasía. Era una realidad, y estaba decidido a aprovecharla al máximo.