Cruzando hacia el otro lado de la puerta, Takeshi emergió en una aldea envuelta en sombras y humo. El cielo estaba cubierto de nubes oscuras, y el aire estaba cargado con el olor acre del fuego y la destrucción. Aunque el samurái esperaba encontrar a alguien que pudiera guiarlo, la aldea estaba desierta, sin una sola alma a la vista.
Decidido a descubrir qué había sucedido en aquel lugar, Takeshi avanzó con cautela por las calles desiertas. Cada paso resonaba en el silencio ominoso, y el corazón del samurái latía con un ritmo acelerado mientras su mirada escudriñaba los alrededores en busca de signos de vida.Fue entonces cuando vio a su enemigo: un Oni, un demonio de tres ojos con garras afiladas y una sonrisa terrorífica que se alzaba en medio de la desolación. A pesar de la sorpresa inicial, Takeshi no vaciló. Con un grito de guerra, se lanzó hacia el Oni, su espada desenvainada y lista para el combate.El Oni, con una risa gutural que helaba la sangre, se preparó para el enfrentamiento. Sus ojos brillaban con malicia mientras observaba al samurái acercarse, anticipando el placer de la batalla que se avecinaba.La lucha fue rápida y feroz. Takeshi atacó con habilidad y precisión, desviando los ataques del Oni con movimientos rápidos y certeros. Cada golpe de su espada cortaba el aire con un silbido afilado, pero el Oni era un enemigo formidable, esquivando los ataques de Takeshi con una agilidad sobrenatural.A pesar de su valentía, Takeshi pronto se dio cuenta de que estaba en desventaja. El Oni era más fuerte y más rápido de lo que había imaginado, y cada golpe que recibía lo acercaba un paso más a la derrota.Pero Takeshi no se rindió. Con determinación inquebrantable, canalizó toda su fuerza y valentía en un último ataque desesperado. Con un grito de guerra que resonó en toda la aldea, arremetió contra el Oni con todo lo que tenía, su espada brillando con una luz ardiente mientras cortaba el aire con un golpe final.El golpe fue certero. Con un rugido ensordecedor, el Oni fue derribado, su forma monstruosa desvaneciéndose en la oscuridad mientras se disipaba en el aire. Takeshi, exhausto pero triunfante, se dejó caer de rodillas, su espada temblando en su mano mientras respiraba con dificultad.La batalla había terminado, pero Takeshi sabía que su camino estaba lejos de terminar. Con una mirada determinada en sus ojos, se levantó una vez más, listo para enfrentar los desafíos que le esperaban en su búsqueda por detener a los Oni y salvar su mundo de la destrucción.En medio del caos y la desolación, Takeshi divisó una figura solitaria entre las ruinas de la aldea: una niña pequeña, con lágrimas en los ojos y temblando de miedo. Por un momento, la tentación de continuar su camino sin detenerse lo invadió, pero entonces, un recuerdo doloroso se apoderó de su mente.En un destello de memoria, Takeshi revivió el día en que la guerra asoló su clan, arrancándolo de su hogar y dejándolo huérfano en un mundo despiadado. Recordó el horror en los ojos de sus padres mientras luchaban por protegerlo, y el vacío abrumador que lo consumió cuando se vio obligado a huir, dejando atrás todo lo que había conocido.Con un suspiro pesado, Takeshi se obligó a enfrentar la verdad: no podía abandonar a la niña a su suerte, no cuando entendía tan bien el dolor y el miedo que ella estaba experimentando. Con determinación renovada, se acercó a la niña con pasos firmes y decididos, y la levantó en sus brazos con cuidado."Estás a salvo ahora", murmuró Takeshi con voz suave, mientras la niña se aferraba a él con fuerza. "No te dejaré sola".Con la niña a salvo en sus brazos, Takeshi se adentró en las calles desiertas de la aldea, enfrentándose a los peligros que acechaban en las sombras. Con cada paso que daba, su determinación solo se fortalecía, alimentada por la promesa que se había hecho a sí mismo: proteger a la niña y enfrentarse a los Oni que amenazaban su mundo, sin importar el costo.Y así, con la niña como su compañera en este viaje hacia lo desconocido, Takeshi se embarcó en una odisea épica a través de tierras desoladas y batallas feroces, decidido a cumplir su destino y proteger a aquellos que no podían protegerse a sí mismos.Mientras la noche envolvía el campamento con su manto oscuro, Takeshi y la niña descansaban junto a la cálida luz de la fogata. Las estrellas brillaban intensamente en el cielo nocturno, ofreciendo un destello de esperanza en medio de la oscuridad que los rodeaba.La niña, finalmente despierta después de un sueño reparador, se sentó junto a Takeshi y lo miró con ojos llenos de asombro y temor."Takeshi-san", comenzó con voz temblorosa, "durante mi sueño, vi sombras oscuras que acechaban en las tinieblas. Eran Oni, pero no como los que hemos visto hasta ahora. Parecían humanos, pero su oscuridad era innegable".Takeshi frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda al escuchar las palabras de la niña. "¿Humanos convertidos en Oni?", musitó, su mente girando mientras intentaba comprender la magnitud de la amenaza que enfrentaban.La niña asintió con tristeza. "Sí, Takeshi-san. Los otros Oni los llaman las Trece Espadas de Sombras. Parecen ser los elegidos de entre los humanos para servir al poderoso Oni llamado Belial. Dicen que él es el origen de todo, el ser más oscuro y poderoso que jamás haya existido".La revelación hizo que Takeshi se sintiera aún más decidido en su misión. Sabía que enfrentar a Belial y a sus sirvientes sería una tarea ardua y peligrosa, pero también comprendió que no tenía otra opción si quería salvar a su mundo y a la niña que ahora dependía de él.Con una mirada determinada en sus ojos, Takeshi se levantó del suelo y extendió la mano hacia la niña. "Entonces, debemos continuar nuestro viaje, mi pequeña compañera. No podemos permitir que la oscuridad de Belial consuma nuestro mundo. Juntos, enfrentaremos cualquier desafío que se nos presente, con valentía y honor".Con un gesto de acuerdo, la niña tomó la mano de Takeshi con firmeza, sintiendo la fortaleza y la determinación que irradiaba su nuevo compañero. Con la promesa de unidos enfrentar lo que sea que se avecine, se prepararon para enfrentar los peligros que les esperaban en su búsqueda por detener a Belial y restaurar la paz en su mundo.