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Chapter 23 - Fin de temporada 01: Que se joda Jean Joyner.

—Je, je, je, je—la chica de cabello oscuro ríe mientras recoge unas flores.

La observo con una mirada consternada. Su ropa es una camiseta rosa con blanco y lleva una falda que le hace juego. En su expresión no hay más que felicidad pura.

Ella recoge unos girasoles y se acerca para entregármelas.

—Toma, de mí para ti—sonríe.

¿No habrá querido decir de mí para mí? Como sea, no me gustan.

—Oh, ya veo, ¿prefieres algo más oscuro como estos tulipanes o rosas negras?—me extiende otro ramo.

Observo las flores y recuerdo mi otra vida. Un chico me regaló flores cuando salí del hospital. ¿Qué le pasaron? No me gusta recordarlo. La chica que me está extendiendo las rosas y tulipanes soy yo misma. Es la viva imagen de como luciría si no me hubiera vuelto gótica.

Extiendo mi mano para tocar las flores y mi otra yo se desvanece como si fuera una ilusión, dando paso a otra figura que la reemplaza. Un hombre cuyo porte, al igual que sus vestimentas, es elegante y caballeroso.

—Bienvenida, Jean Joyner—saluda con un tono marcado.

Levanto mi mirada para ver sus ojos castaños, mismo color que comparte con su cabello. Él me observa con una expresión seria y fina. Su voz la reconozco muy bien, me dio pesadillas un tiempo cuando estuve vagando por la tercera capa. Es el señor Voz Intrusiva.

—Veo que no eres de muchas palabras. Sin embargo, creo que eres un unicornio inteligente que puede comprender el desastre que está ocasionando.

Mmmmh, un poco, a decir verdad. No termino de entender en donde estoy a ciencia cierta.

—Nos encontramos en el núcleo del Sistema. La fuente de poder de todo el universo se encuentra en este lugar—explica.

Yo solo veo un montón de puntitos y rayitas, como si todo se tratara de un glitch.

—Normalmente nadie puede acceder a este lugar, ni siquiera hay razones para hacerlo, no hay nada de interés por aquí. Las únicas veces que visito este sitio, es para tener una conversación privada con un administrador. Tú, querida, has roto tu límite más allá del Sistema. Es por eso que nos encontramos aquí. Tú y yo.

Conozco el nombre de este sujeto gracias a las memorias del hombre unicornio, sin embargo, creo que lo seguiré llamando Voz Intrusiva, porque no deja de meterse en mi cabeza.

—Te refieres a Swolstice, ese es el hombre unicornio del que hablas. Y la razón por la que te metiste en todo este problema—vuelve a la carga con más información.

No tiene caso que nos explayemos en cosas que ambos sabemos de sobra.

—Investigué sobre ti. Sé la realidad de los reencarnados en este mundo. Ese dios amigo de Swolstice te jugó una mala broma, por lo que veo. Todos ustedes aquí no son más que forasteros, invitados. Me gustaría pedirte, de forma razonable, que te abstuvieras de seguir metiendo tu cuerno en asuntos que no son de tu incumbencia. Pero por desgracia, ya no puedo pedirte eso.

Ah sí, puedo entenderlo. Sé toda la basura que hay en este lugar, los administradores, la magia, el origen del Sistema, lo que le depara a los habitantes de El Abismo, sí. Supongo que no puedo culparte, Voz Intrusiva, yo tampoco estaría tranquila si todo por lo que luché por años fuera descubierto por alguien, y más si ese origen es turbio.

—Sé sobre tu vida pasada. Te gusta esa moda que llamas gótica. También sé que lo provocó, y voy a ser sincero, me ha dado lástima y tristeza tu situación—la Voz Intrusiva señala hacia el otro lado.

Una imagen se forma en el aire, como si todo fuera una proyección. Veo a la chica que pude haber sido si no hubiera tomado la decisión de vestir de negro. Jean Joyner no gótica se encuentra sentada, tomando una malteada en una cafetería, con una sonrisa que nunca vi reflejada en mi rostro.

Oh, tiene amigas. No conozco a esas chicas, pero han llegado con ella para beber y comer juntas. Hay risa, diversión… paz…

—Tengo dos propuestas para ti. La primera es esta. Te ofrezco esa vida que se te fue arrebatada, una donde tus hermosos colores no se desvanecieron.

Siento una lagrima resbalar por mi ojo. Ugh…

—Y la segunda, te ofrezco esto.

Una nueva imagen se forma en el lado opuesto. Veo una sala con trece tronos. Veo a Amcottes sentado en el más alto, seguido por una muchacha que me recuerda a la doncella que me tendió una trama junto a Howard. Hay muchas personas sentadas a lo largo y ancho de una mesa. Y en el último de los tronos, me veo a mí misma, con un vestido gótico increíble que me hace brillar los ojos. Pura oscuridad, como me gusta.

—Tú poder es superior al de cualquier ser humano dentro de El Abismo. Te las arreglaste bien para sobrevivir ante cualquier adversidad que ese agujero te mandó. Tus deseos de vivir son tan fuertes porque desarrollaste ese instinto desde pequeña—la Voz Intrusiva saca el paquete de galletas que vi tirado en el Laberinto Pálido.

Se forma una tercera proyección, una que me hace ahogar un chillido y cubrir mis ojos. Se trata de un recuerdo de mi infancia. Mi madre estaba drogada y desmayada en su habitación y mi padre acababa de darme una fuerte golpiza antes de irse de la casa. Tenía mucha hambre, no había comido en días. Lo único que tenía para alimentarme, era un paquete de galletas que vi en lo alto de la alacena.

Durante mucho tiempo, sobreviví comiendo esa basura llena de carbohidratos y calorías hasta que comencé a aumentar de peso.

—Tranquila, no te obligaré a ver eso. Si decides unirte a mí como la treceava administradora, puedo perdonarte. Tienes un control de la magia que me gustaría tener a mi disposición. La elección es tuya—finaliza, dejándome con la última palabra.

 No… no pienso unirme a él en sus objetivos. Puedo ser lo gótica que quiera, pero el hombre unicornio confió en mí… no puedo traicionarlo.

—Entonces puedo suponer que prefieres una vida tranquila en tu mundo original, ¿no?

Veo la opción de las malteadas y las amigas. Mi corazón de niña lo anhela tanto… pero las cosas han cambiado. Me niego a vivir en la realidad falsa que me ofrece un dios.

—No viviré en una jaula oxidada—respondo.

La Voz Intrusiva parece relajar su expresión, aunque para mal.

—Ya veo, si rechazas mis dos opciones y decides alzarte contra los dioses, no me queda más remedio que eliminarte. He trabajado durante mucho tiempo como para que una forastera decida derribarlo todo. La próxima vez que nos veamos, espero que seas más sabia con tu decisión—se da la vuelta.

Él no puede hacerme nada gracias a ADAMAS, o al menos eso quiero pensar. En el momento que la Voz Intrusiva se aleja, comienza a entrarme mucho sueño, justo como cuando me desmayé con el hombre unicornio. No viviré en esta jaula oxidada, y lucharé por ese maravilloso mundo de paz.