Narra Dante
El segundo día de campamento había comenzado, nos despertaron bastante temprano, o al menos para mi gusto, eran como las 6:00 am, nos hicieron salir de nuestras cabañas para tener el tiempo de desayuno, como de costumbre tomé mi comida y me reuní con las chicas, desayunamos los 4 juntos, a la vez que platicábamos para ponernos al día de lo que habíamos hecho hasta ahora.
—Cada vez tolero un poquito más a los chicos de mi cabaña —dijo Taylor mientras comía su desayuno.
—¿Sólo un poquito más?
—O sea, preferiría estar en una cabaña solo con chicas como tú, pero pues, no es su culpa que tenga mala suerte, y pues no son unos completos imbéciles, pero igual, me sigo sintiendo incómoda.
—Vamos, dales algo de crédito, si dices que no han hecho nada reprobable hasta ahora no te puedes quejar tanto de ellos.
—Tal vez tengas razón…pero igual, me conformaría con tener a Rosé conmigo en la cabaña.
—S-Sí, estaría bien para mí —respondió Rosé.
—De estar juntas se desvelarían la noche entera.
—Lo dices como si fuera algo malo, Dante.
—Para ustedes, no, para sus compañeros de cabaña si lo sería.
—¿Ellos qué? Tendrían que aceptarlo sin reproches.
—Se me olvida lo considerada que eres —digo en tono sarcástico.
—Lo sé, soy un pan de Dios.
—Jajaja.
—¿De qué te ríes, humano? No conté ningún chiste.
—Perdón, es que dices cosas tan graciosas de vez en cuando.
—Jódete.
Luego del desayuno tuvimos otro recorrido por la reserva bastante interesante, esta vez pudimos ver la fauna que habitaba dicho parque, había distintas especies, Anya tenía razón al decir que los ecosistemas eran bastante variados en este lugar.
—Bien, muchachos, esta es parte de nuestra fauna presente en el Parque Nacional Redwood, aquí tenemos a los mamíferos, estos son solo algunos de los que viven aquí, aquí están los pumas y los mapaches, estas son especies primitivas, de las pocas que quedan, no se puede decir que están en peligro de extinción porque en el mundo sigue habiendo muchísimos de estos especímenes, pero si los comparamos con nosotros en proporción son pocos —explicó Ryan.
—Son como nuestros ancestros —comentó una puma que había en la multitud.
—Sí, se podría decir que sí.
—Wow…
—Sé que para algunos puede ser algo chocante ver a las especies primigenias, pero cuando comprenden el contexto histórico y evolutivo es más fácil concebir que antes éramos esto, criaturas con un menor intelecto y poco razonamiento, o al menos más reducido que el de los homosapiens, considérenlo una oportunidad para conocer un poco más sus raíces.
—Pues si es un poco confuso, o al menos impactante —comentó un mapache de la multitud— Pensar que mis antepasados eran así, te da cosas en que pensar —dijo mientras veía un poco de cerca a los de su especie.
—Créanme, muchachos, no es algo sencillo afrontar esto, los entiendo perfectamente, simplemente es el efecto de la evolución, es un tema tan complejo que a ciencia cierta sigue sin saberse cómo fue posible que esto ocurriera, esto genera un montón de preguntas y teorías, pero es por eso que queríamos que vieran esto, siempre es importante hacernos preguntas, pero sobre todo hacernos las preguntas correctas, porque son esas las que nos llevarán a las respuestas correctas.
—Supongo que sí…
Luego de esas cuestiones filosóficas, el recorrido siguió normalmente, aunque yo me quedé analizando un poco ese asunto, a veces la gente no era consciente del gran cambio que suponía el que animales antropomórficos empezaran a poblar nuestro planeta, prácticamente lo cambió todo tal y como lo conocíamos, no es de extrañar que una guerra se produjera debido a esto.
Mientras pensaba en esto, fuimos a ver el estanque, donde había muchos anfibios y peces, también vimos otro lugar donde tenían aves de distintos tipos, la verdad es que todos esos animales se veían bonitos, la cara de los demás era un poema, muchos se veían confundidos, absortos o simplemente intrigados, de verdad que se estaban reconectando con sus raíces.
Y así llegó la hora del almuerzo, esta vez cada quien comió con sus compañeros de cabaña, así que estaba con las chicas que eran mis compañeras, disfrutando de nuestro almuerzo.
—Ver a esos peces en el estanque fue raro —comentó Helen.
—¿Por qué? ¿Acaso te dio hambre verlos? —bromeó Debra.
—¡Es en serio! Fue raro pensar que mi especie comparte o compartía hábitat con ellos, y que ahora lo compartimos con los humanos.
—Dímelo a mí, técnicamente mis ancestros estaban al servicio de los humanos, eran sus amigos fieles, de caza, de trabajo, compañía para sus hijos, y ahora convivimos como iguales, a veces es raro ver humanos o incluso otros furries con mascotas —dijo Vanessa.
—Que loco, pero te entiendo, pensar que los humanos les temían a mis predecesores, los cazaban por distintos motivos, y ahora veo que muchos tienen hasta fetiches con mi especie —comentó Alice.
—¿Un fetiche? —pregunté.
—Claro, con todas nosotras, aunque es un tema tabú al no ser tan bien visto por la mayoría, pero existe, de eso estoy segura.
—Bueno, tienes razón, supongo, aunque es algo natural si lo piensas, el deseo de reproducirse siempre ha estado presente, tanto en animales como en humanos, era normal que ahora con su nuevo aspecto y con razonamiento similar al humano desearan reproducirse con especies diferentes.
—No me refiero sólo entre furries, Dante.
—Ah claro, los humanos también, en menor medida, pero pues también ellos.
—Si, te tenemos a ti de ejemplo.
—Me sorprende que Anya aceptara salir contigo —dijo Vanessa— No porque seas feo o un imbécil, más bien porque hay muchos prejuicios con las relaciones entre especies, más si involucra humanos.
—O que tú te fijaras en ella, la mayoría de humanos sigue teniendo cierto recelo contra nosotros —indicó Alice— Que un humano no tuviera reparo en fijarse en una furry es destacable, no te convierte en mejor persona ni nada parecido, pero pues, te hace alguien diferente al menos.
—¿Y ya hablaron de tener hijos? —preguntó Debra, provocando que yo escupiera el jugo que me estaba tomando, y que tosiera unas cuantas veces.
—N-No, no hemos…cof, cof…hablado de eso todavía.
—Deberías, porque si no han pensado en eso ya, llegará el momento en el que tendrán que tomar una decisión al respecto, y puede ser conflictivo.
Debra tenía razón, no había hablado eso con Anya porque pues, primero, no somos novios oficiales a todos los efectos, y segundo, aunque lo fuéramos, pues no es como que sea sencillo hablar de eso con tu pareja, pero supongo que si es necesario el hacerlo.
—Gracias por los consejos, chicas, me dieron en qué pensar, de veras.
—Ya sabes, para eso estamos, pequeño —dijo Debra mientras sonreía.
—Genial.
—Eso sí, sí de casualidad conoces a otro humano que igual tenga alguna fijación por nosotras, preséntalo.
—¿A poco te gustan los humanos, Debra? —preguntó Helen.
—Para que te digo que no si sí, gracias a mi fisionomía soy más alta y grande que la mayoría de humanos, entonces se me hacen adorables, y el que sean tan escasos los vuelve únicos.
—Supongo que tienes razón…
—Jajaja no tienes remedio, pero sí, sí encuentro uno te aviso.
El almuerzo había llegado a su fin, nuevamente teníamos la tarde libre, siempre con las restricciones de no ir a áreas que no estuvieran permitidas y de tener que quedarnos en las cabañas, la tarde en sí transcurrió normal, aproveché de pasar tiempo con Anya, siempre que tuviera la oportunidad iba a pasar tiempo con ella.
—¿Otra vez se perdieron Taylor y Rosé?
—Si, ya sabes cómo son —dijo Anya.
—Lo sé…me preocupan, sabes, siento que nos están ocultando algo.
—No digas eso, seguro no es nada, es normal que quieran pasar tiempo a solas.
—Supongo…lo siento, es mi mala costumbre de sobre pensar las cosas.
—Tranquilo, no creo que sea algo malo, hasta cierto punto es bueno planear las cosas de antemano, no garantiza que las cosas salgan como uno espera, pero al menos estás un poco más preparado para hacerle frente a las situaciones.
—Wow…tienes toda la razón, me encanta que aparte de hermosa seas tan sabia.
—Jeje no digas eso, cariño.
—Es la verdad, mi amor, eres una chica asombrosa —le dije mientras tomaba sus manos y las empezaba a acariciar.
Mientras lo hacía la conversación que tuve con las chicas regresó a mi mente, y decidí hablar de eso con Anya para ver qué pensaba ella del asunto.
—Sabes, con las chicas de mi cabaña estábamos platicando de lo que vimos hoy, los animales primitivos, los antecesores de los furries.
—¿Sí?
—Y hablando de eso salió lo de las relaciones entre especies, entre furries, y entre humanos obviamente.
—Ya veo.
—Y pues, salió lo de las crías o descendencia que resulta de esas relaciones, y pensé en nosotros, de nuestros posibles hijos, no había pensado tanto en eso antes, no porque no quiera tenerlos, sino porque somos jóvenes, tenemos tiempo de sobra para pensar en ello, pero supongo que es mejor tener esa conversación desde el principio para saber a qué nos enfrentamos.
—Supongo.
—Y ya que dijiste eso de anticiparse a las cosas, pensé en hablar de eso contigo, saber qué opinas.
—Bueno, pues la verdad es que ese pensamiento ya había rondado mi mente.
—¿En serio? ¿Y qué pensaste? —dije mientras la veía a los ojos.
—Pues en lo mismo que tú, que aún somos muy jóvenes para tomar una decisión al respecto, hay tantas opciones, que es simplemente difícil tomar una decisión justo ahora.
—Claro, es entendible.
—Pero lo que si te puedo decir es que te quiero, y quiero estar contigo para siempre, quiero que seas parte de mi vida, poder contar contigo siempre, pase lo que pase, eres un chico increíble, el mejor que he conocido, si llegamos a ser novios oficiales y a casarnos y pensamos en formar una familia, eso solo el tiempo lo dirá, pero no habría aceptado salir contigo si no estuviera abierta a esa posibilidad, siéntete orgulloso de que conquistaste mi corazón, y eso puede hacer que las cosas resulten, por ti, estoy dispuesta a tomar esa vía —dijo Anya mientras me regalaba una bella sonrisa.
No me salían las palabras, lo único que se me ocurrió fue darle un beso corto en los labios, ella simplemente se sonrojó y me seguía sonriendo.
—Eres la mejor novia del mundo, Anya.
—Y tú eres el mejor novio del mundo, Dante.
Sentía que un peso se me quitaba de encima, aunque no fue lo único que sentí.
—¿Pero qué... —sentí como unas gotas me caían en la frente— ¿Esto es agua?
—Parece que va a llover.
—Creo que sí —dije mientras veía hacia arriba, el cielo poco a poco se estaba nublando, y todo se volvía paulatinamente más oscuro.
—¡Atención, chicos! ¡Se avecina una tormenta muy fuerte! ¡Vayan a sus cabañas y tomen lo más esencial! ¡Nos iremos al salón principal en el área de emergencias! ¡Es una orden! —avisó el guía.
—Vamos, Anya, hay que irnos, rápido.
—Voy contigo.
Todos empezamos a dirigirnos a nuestras cabañas, el agua empezaba a caer, las gotas se convertían en chorros descendiendo desde el cielo, lo que empezaba como una leve llovizna se volvía poco a poco en una lluvia torrencial, el viento azotaba nuestros rostros, a primera vista esta lluvia no parecía la gran cosa, pero si el guía nos citaba a todos en el salón principal era porque se venía algo gordo.
Tomé mi mochila en la que estaba mi celular, un powerbank, una linterna, un cambio de ropa y una botella con agua, no tuve tiempo de meter más cosas en ella, así que esto era todo lo que tenía por el momento.
Las chicas también alistaron sus cosas y salieron de la cabaña junto conmigo, afuera estaba Anya con sus cosas, así que todos juntos nos fuimos y seguimos al guía hasta el refugio designado.
Después de unos cuantos minutos llegamos al área mencionada, el guía nos había hablado de este salón en medio del recorrido, nos dijo que solo se usaría en caso de alguna emergencia o de algo que lo amerite, pero era la primera vez que lo veíamos en persona.
El salón era enorme, podía albergarnos a todos sin problema, había botiquines, camillas, diversos artículos de primeros auxilios ahí, por lo que estaba bien equipado para cualquier catástrofe.
Cada quien se sentó en el suelo con su grupo de amigos, Anya y yo permanecimos juntos y nos quedamos con las chicas de mi cabaña.
—Esto me parece un poco exagerado —comentó Debra.
—No me jodas, Debra, si nos trajeron aquí es por algo —quejó Vanessa— Mira este lugar, casi parece un búnker enorme.
—No es un búnker tal cual, pero sí que está bien para emergencias —dijo Alice— Menos mal pudimos traernos algunas cosas.
—Esto no me gusta, no sé por qué, pero tengo un mal presentimiento sobre esto —comentó Helen— No me gusta para nada como suena esa tormenta.
La verdad que la lluvia sonaba poderosa, los truenos ya se habían hecho presentes, se escuchaban bastante cerca, lo cual era inusual, si ya en el camino el viento era fuerte no me imagino como estará justo ahora.
—Relájense, chicas, lo peor que podemos hacer en una situación así es alarmarnos, hay que hacer un esfuerzo por mantener la calma.
—Me sorprende que no estés alarmado, humano —dijo Debra— Estás bastante sereno, no creí que tuvieras tanto temple.
—Él es así, es bastante estoico en ese aspecto —intervino Anya.
—Bueno, tú lo conoces mejor que nosotras, así que te creo.
—Rayos, perdonen mi falta de modales, chicas, ella es Anya, mi novia, Anya, ellas son Debra, Vanessa, Alice y Helen, mis compañeras de cabaña —dije mientras señalaba a cada una para que se conocieran.
—Un gusto conocerlas, chicas —dijo Anya.
—El gusto es nuestro, Dante se la pasa hablando de ti todo el tiempo jaja —saludó Debra.
—Ya era hora que te conociéramos —saludó Vanessa.
—Un placer conocerte, Anya —saludó Alice.
—E-Es un gusto conocerte —saludó finalmente Helen.
El saludo fue interrumpido por un fuerte rayo, iluminó por completo todo el refugio, y el impacto sonó bastante fuerte, tanto que todas las féminas que me acompañaban instintivamente se pegaron a mí y me abrazaron.
—C-Chicas.
—Debra, creí que no te asustabas con nada —dijo Helen.
—Pues no, pero ese rayo fue jodidamente espantoso, sentí un enorme escalofrío.
—N-No puedo r-respirar.
—Danos un ratito, espera a que se nos pase el susto —dijo Vanessa.
Como pude miré a mi alrededor, quería cerciorarme de que todo estaba en orden, y de repente un pensamiento vino a mi mente.
—A-Anya.
—Dime amor —me habló Anya mientras me abrazaba con fuerza al igual que las otras.
—N-No he visto a Taylor y Rosé en toda la tarde ¿Y-Y tú?
—No…ahora que lo dices, tampoco las vi camino hacia acá.
—C-Carajo… ¿D-Dónde estarán esas dos?
…
Unos minutos antes, en algún lugar del bosque
—T-Taylor ¿Segura que fue buena idea venir acá?
—Claro, corazón, ayer no nos pasó nada, hoy no será la excepción, los maestros ni cuenta se dieron.
—N-No lo sé, no creo que valga la pena arriesgarse así.
—No te me agüites, pequeña, tranquila, solo veremos la vista una vez más y luego nos regresamos ¿Ok?
—O-Ok.
Seguimos caminando por el sendero, hasta por fin llegar al acantilado Deininger.
—Mira nada más que chulada, esa playa es mi parte favorita de este lugar.
—L-La verdad es que es bastante hermosa.
—No tanto como tú, querida.
—Awww Taylor…me halagas.
—Sabes, me encanta estar a solas contigo, puedo sentirme serena, tranquila, en paz, puedo ser yo misma contigo.
—Creí que también lo eras con nuestros amigos.
—Si, pero no se compara a cómo tú me haces sentir.
Y sin más, la besé, sentir el sabor de sus labios era como una droga para mí, podía besarla cientos de miles de veces y nunca me cansaría de hacerlo, empecé a acariciar su bello cuerpo, sentir sus caderas, su cintura, su espectacular trasero, esta lobita me ponía de una forma que sólo ella podía provocar en mí.
—Es una lástima que no podamos repetir lo del gimnasio aquí.
—¿Estás loca? A-Alguien nos puede ver…
—¿Bromeas? Estamos al otro lado de la reserva, nadie nos vio ni nos siguió, nadie nos vería.
—Igual…aquí no, cuando volvamos a casa veremos ¿Sí?
—Sabía que querías más, mi lobita cachonda.
—Jeje.
Nos abrazamos mientras veíamos el horizonte, el paisaje de la costa era simplemente magnífico.
—Oye.
—¿Si, Rosé?
—El cielo está raro.
—¿A qué te refieres?
—Se ve algo…nublado.
Y al instante que Rosé dijo eso varias gotas comenzaron a caer, anunciando una posible lluvia.
—Sip, creo que va a llover.
—D-Debemos regresar a las cabañas.
—Está bien, tranquila, toma mi mano, volveremos en un santiamén.
Rosé tomó mi mano, y así empezamos a caminar de regreso por el sendero que nos había llevado hacia la costa, solamente teníamos que caminar unos cuantos minutos y llegar hasta las cabañas para pasar la lluvia, sencillo ¿Verdad?