Asterión cargaba a Niko aún noqueado y Laconia cargaba ambos sacos de suministros mientras caminaban lentamente por el laberinto.
-¿No deberíamos apurarnos? El campamento podría estar siendo atacado ahora mismo.
-Tranquila, si los myrmekes nos atacaron solo puede significar que o el campamento ya cayó y no hay nada que hacer, o que están preparando otro ataque y están vigilando las rutas para que no lleguen refuerzos, sea cual sea la situación a este ritmo llegaremos en solo cinco ciclos de una clepsidra, nuestra prioridad ahora mismo es que te recuperes, luchar contra treinta myrmekes no debe ser fácil.
-Solo fueron treinta no es nada.
"Solo treinta" pensaba Asterión como si no fuera un batallón completo.
-También deberías contar al muerto en mi espalda.
Las suaves risas de ambos resonaron ligeramente por el laberinto y lentamente el "muerto" comenzó a agitarse hasta que finalmente despertó y bajó lo más rápido que pudo dé la espalda de Asterión.
-¿Dónde estamos?
-Aún seguimos en el laberinto muchacho, ya estamos por llegar.
-¿Y qué pasó con las hormigas?
-Deben estar las treinta en el estigio ahora mismo.
Niko se quedó congelado al escuchar eso, si bien las bendiciones de los dioses permitieron a los helenos conquistar parte de la superficie, el subsuelo del laberinto que antes ocupaban los humanos se ha vuelto dominio de los myrmekes y para un solo soldado común le sería imposible sobrevivir a tal enjambre, Asterión simplemente puso su mano en su hombro mientras sonreía.
-Ya te acostumbrarás.
...
Faltaba poco para llegar al campamento, la media falange lo notó por la cantidad de myrmekes muertos en el camino y el olor a putrefacción, los cuerpos llevaban ahí un día completo, Niko se detuvo al encontrar el cadáver de un hoplita.
-¿Por qué la ayuda no llegó antes?
-Las hormigas priorizaron matar a los mensajeros, llegar al campamento toma la mitad del día y solo tiene dos salidas, debió ser fácil cubrirlas con sus números, el arconte desde la isla dio la orden ayer gracias su bendición de Apolo, sin él quien sabe cuándo nos hubiéramos enterado.
-Mencionaste que él mismo viene a limpiar el nido, nos enseñaron que estos tienen al menos quinientas hormigas, necesitará por lo menos unos cincuenta hombres.
-No, el viene solo desde Scíathos.
Niko detuvo su caminar en seco.
-¡¿QUÉ?!
Laconia solo siguió su rumbo y Asterión se detuvo mientras reía y luego procedía a explicarle la situación.
-Parece que nunca has visto la fuerza de un arconte, es todo un espectáculo, además piénsalo, nos acaban de atacar treinta myrmekes, para destruir un campamento de este tamaño debieron atacar por lo menos unos trescientos y lograron enviar un mensajero hacia Scíathos, así que fueron erradicados, probablemente nos enfrentaremos a cien y el arconte a los setenta restantes.
-Lo dices como si nada, pero tienes razón si la señorita Laconia pudo con treinta el arconte debería poder con esos números.
Las llamas de Laconia que iluminaban el laberinto se adelantaron y frente a ellas había una enorme puerta destrozada, la media falange entró y vislumbraron una enorme habitación llena de estructuras de adobe repletas de sangre, un enorme calderón que colgaba en el techo estaba completamente apagado y el camino principal del campamento era una pila de cadáveres, en el templo del centro se vieron un par de luces generadas por algunas antorchas, los sobrevivientes de la masacre, Niko corrió de inmediato para ayudarlos, en el momento que se separó unos metros de sus compañeros un myrmeke saltó de uno de los edificios.
-¡NIKO!
Laconia corrió lo más fuerte que pudo, pero la distancia era demasiada, el myrmeke lanzó una estocada apuntando la cabeza de Niko, sin embargo este con unos reflejos extraordinarios agachó la cabeza la suficiente y desenvaino como un rayo, cortando el rostro de la hormiga en un destello, dándole tiempo suficiente para que fuera aplastado de un corte por Laconia, rápidamente entraron juntos al templo y recuperaron su aliento, la guerrera fue la primera en recriminar a Niko.
-Ten más cuidado niño, casi te perdemos en nuestro primer día.
Asterión les dio un abrazo a ambos mientras todavía buscaba aire para respirar luego de correr hacia el templo.
-Tú... Buenos... Reflejos... Uff, uff.
Niko aún estaba algo nervioso pero la preocupación de su equipo lo tranquilizó y le dio confianza para sentirse algo más cómodo.
-No es nada, el arconte me recomendó por mi velocidad, lo mínimo que puedo hacer es esquivar los ataques y darles oportunidades a ustedes. Eh, bueno, a Laconia.
Apenas se calmaron, dos hoplitas salieron de detrás de algunas columnas dentro del templo.
-¿Llegaron los refuerzos?
-Si... Fuah... Ahora sí, ejem soy Asterión polemarca enviado por el arconte Jasón del vellocino de oro, estamos aquí para rescatarlos, traer alimentos y defenderlos durante el resto del día mientras el arconte destruye el nido de los myrmekes.
Los hoplitas observaron a los tres algo desconcertados.
-¿Son solo ustedes?
Laconia levanta firme su espada negra que aún estaba empuñada luego de asesinar al myrmeke, evaporó la sangre de esta y la colocó en su espalda.
-Somos suficientes ¿Cuantos soldados quedan?
Un pequeño silencio se generó en el templo.
-Entiendo que usted es la señorita Laconia, oímos varias historias de sus hazañas, pero esto supera sus habilidades.
Asterión entremedio de Niko y Laconia abrazó a ambos desde atrás y se apoyó en ellos.
-Entendemos su preocupación, pero la ciudad de helena se encuentra en guerra contra múltiples tribus micénicas, apenas hay personal, nosotros ni siquiera estamos como una falange completa, nos faltan dos miembros.
Los soldados se miraron entre ellos y perdiendo toda esperanza simplemente se resignaron.
-Los enviaron a morir junto a nosotros. Solo quedamos nosotros tres.
Niko salió del abrazo y empezó a dudar de la situación en la que se metió.
-Tenemos que irnos ahora, vamos.
Laconia agarró su hombro.
-El polemarca decide.
Niko y los hoplitas miraban sin ninguna fe a Asterión quien se encontraba bostezando mientras observaba las columnas del templo, pensó durante medio ciclo de clepsidra con su mano cubriendo su boca hasta que finalmente comenzó a hablar.
-¿Cuantos favores les quedan, Laconia y Niko?
-Utilicé dos favores contra las hormigas, y aún no recibo la última bendición de Hefesto así que aún me quedan dos.
-Solo recibí las primeras dos bendiciones de Zeus, también tengo dos favores.
-¿Qué hay de ustedes hoplitas?
-Solo nos queda un favor de Anfítrite y nada más.
Asterión pensaba tranquilamente mientras abría el saco con comida.
-No nos conviene pelear en un lugar abierto, muy probablemente lucharemos contra más de cien myrmekes y no sabemos cuándo el arconte destruirá el nido por la salida este, Laconia aniquilo varias hormigas en el camino del oeste hacia la polis de Helena, los insectos ya deben saberlo por lo que estoy seguro que vienen desde esa dirección, lo mejor es quedarnos en el templo.
Todos giraron sus ojos hacia Laconia buscando su aprobación y ella habló en voz alta.
-Entendido polemarca.
La guerrera caminó hacia el templo y el grupo la siguió sin muchos ánimos, Asterión se quedó atrás sin poder quitarle los ojos a las columnas, hasta que decidió seguir adelante.
El templo antes tenía cinco columnas en la entrada, de las cuales ahora solo quedaban tres en pie, cinco columnas en el posterior con solo una destruida y cinco columnas en los laterales con dos rotas en ambos lados y cinco columnas interiores; una central y cuatro formando un cuadrado, varias columnas tenían algunas paredes de roca creadas por bendiciones de los hoplitas para intentar restaurar su forma, pero al parecer no duraron mucho gracias a la fuerza bruta de los myrmekes, Asterión volvió para hablar su plan con los soldados los cuales se encontraban respondiendo las preguntas de Niko.
-¿Por qué los myrmekes no destruyeron las columnas? Si pueden destruir sus muros deberían poder hacer los mismo con estas.
-El templo no es de roca, es de mármol, gracias a nuestras plegarias hacia Hércules, nuestra bendición restaura lentamente su forma con piedra sin requerir usar nuestros favores.
-¿Cuándo vendrán de nuevo?
-No lo sabemos.
-¿Cuántos hoplitas defendían el lugar?
-Cincuenta.
Niko paró un momento para pensar en su situación.
-Y si aun así cayeron ¿Qué nos queda a nosotros?
Asterión tomó todo el aire que pudo para levantar su voz, dirigiéndose a los hoplitas para preparar las defensas, aunque aún con todo seguía sonando normal, no tenía mucha fuerza en sus pulmones.
-Díganme que dios los bendice.
Los hoplitas soltaron una sola risa entre todos, burlándose de la falta de mando de Asterión, pero respondieron de todas formas.
-Dos bendecidos por Hércules y uno por Anfítrite.
-Los bendecidos por Hércules necesito que formen un agujero en el techo del templo justo por encima de nosotros de por lo menos veinte codos de ancho. -
Los hoplitas heridos y cansados ignoraron la orden y simplemente siguieron sentados puliendo sus escudos y revisando la punta de sus lanzas.
-¿Por qué no se lo pide mejor a su falange? Señor "polemarca".
Es natural confiar en los prejuicios, Asterión sabía que dudarían de él, prácticamente todos en Helena sabían de existía un polemarca maldito, sin ninguna bendición, pero esperaba que la fama de Laconia lo ayudara a que confiaran lo suficiente para seguir esta orden. El joven polemarca abrió el otro saco, lleno de kántharos cerrados, contó cuantos tenía y luego llamó a Niko con el brazo.
-Niko, ve afuera un momento y avísame cuando lleguen los myrmekes, mucho cuidado.
Niko simplemente se agarró la cabeza con preocupación pero siguió las ordenes de Asterión, una vez estuvo fuera del templo, el polemarca se acercó a Laconia.
-¿Podrías destruir parte del techo sobre nosotros?
-Mi bendición no tiene tanta fuerza destructiva, tendría que utilizar un favor.
Asterión simplemente inclinó su cabeza y regaló una pequeña sonrisa, Laconia solo dio un suspiro y apuntó su espada al techo.
- Λόγχη -
El fuego del anillo de Laconia se traspasó a la punta de su espadón, luego este formó un triángulo de flamas que creció hasta dispararse al techo formando una brillante lanza de fuego, los hoplitas desconcertados se levantaron y apuntaron sus armas a Asterión.
-¡¿QUÉ MIERDA HACES?!
-Armando el plan de defensa, si quieren pueden ayudar, si no le pediré a Laconia que utilice su ultimo favor y tendremos que pelear con aún menos recursos.
-¿Tendremos dices? maldito parasito.
Un hoplita intentó apuñalar el hombro del polemarca pero Laconia se interpuso cubriendo el ataque con las escamas de la parte superior de su brazo.
-¿Por qué defiendes a este imbécil?
-El polemarca ya les dio las ordenes, síganlas.
Sin ninguna otra opción y con miedo a que Asterión cumpliera su amenaza, los tres hoplitas bajaron sus armas y marcharon con el polemarca.
-Necesito que hagan agujeros en los pilares para colocar estas vasijas dentro.
-Eso va a debilitar los pilares, puede que el templo caiga sobre nosotros.
-Tranquilo, tengo un plan para eso.
-¿Qué traen los kántharos?
-Si te lo digo, no va a funcionar.
Los hoplitas se miraron entre ellos confundidos, siguieron las instrucciones y con la bendición de Hércules, lentamente cavaron en el mármol hasta colocar las vasijas dentro y luego las escondieron con una barrera de piedra.
-Háganlo en todos los pilares excepto en el del centro donde Laconia creó un agujero en el techo.
Los hoplitas cumplieron su misión hasta quedar sin ninguna vasija, aún sin ninguna idea de que puede ser el plan.
-Si no nos dices que hacen estas cosas podríamos arruinar tu "maravilloso" plan.
-Bien, digamos que es nuestra carta trampa.
-¿Crearas un muro? Ya intentamos eso, nos da algo de tiempo pero eventualmente la fuerza de los hormigas es superior.
-Adivinaste, pero tranquilo, el muro que creará también servirá de trampa para los myrmekes.
Cuando terminaron de preparar los pilares, Niko volvió con el grupo.
-Vienen decenas y decenas, prepárense.
Inmediatamente los dos hoplitas bendecidos por Hércules formaron muros en los pilares y Laconia formó barreras de fuego en la entrada, finalmente formaron una formación en V, Laconia como punta de la lanza, los lados cubiertos por los hoplitas de Hércules y el hoplita de Anfítrite junto a Niko y Asterión en el centro, utilizando el pilar central para cubrirse las espaldas, completando su perímetro defensivo.
-Laconia, Niko, utilicen sus favores ahora, creo que son más de cien.
- Σφυρηλάτηση –
El cuerpo de Laconia se llenó de flamas que rápidamente formaron una armadura de fuego cubriendo todo su cuerpo, esparciéndose hasta el filo de la espada mejorando su rango.
-Niko usa tu honda, concéntrate en apoyar a distancia.
- Πατέρας -
A medida que Niko giraba su honda en el aire una esfera eléctrica se iba formando y creciendo en esta, hasta llegar al tamaño de una cabeza.
-Solo puedo lanzar quince de estas, luego no tendremos nada de rango.
-Está bien, tu concéntrate en derribar a los que escalen los pilares, Laconia te protegerá en el frente.
-¿Qué harás tú polemarca?
-Quedarme detrás de ustedes y confiar en su fuerza.
Niko no tenía tiempo para enojarse, debía estar totalmente preparado para el combate y aunque las palabras de Asterión lo irritaron, la imponente alma de los hoplitas y Laconia calmaron su rabia.
El escudo del hoplita bendecido por Anfítrite se rodeó con un velo de agua que comenzó a girar hasta convertir su defensa en una mismísima sierra.
-Tu encárgate de los que apunten a nuestra línea de defensa, yo te cubriré a ti, no utilices tu último favor hasta que estemos en una emergencia.
De pronto las pisadas entraron por el templo y desde todas direcciones decenas de myrmekes corrieron directo hacia el centro del lugar, todos con una sed de sangre y hambrientos por la carne de helenos. Asterión simplemente se sentó apoyado en la columna y concentró su vista en el frente.
-Toca empezar a contar.
Hoplita: Soldados entrenados en combate con lanzas y escudos de bronce, defienden las polis y campamentos en grandes números, la infantería helena.