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DELFANDOR

🇦🇷OtaKomic
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Synopsis
La historia sigue los pasos de Delfandor Levingston, un alumno aplicado y miembro de la influyente familia Levingston. Delfandor posee la particularidad de usar magia sin necesidad de un conductor, lo que lo convierte en un Magan antiguo. Su ingreso a la escuela ha sido ordenado por su hermano Fenix, en busca de algo.

Table of contents

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Chapter 1 - EL MAGAN

"Hice un trato cuando el momento era desesperado, la vida de mi pueblo a cambio del exilio, no me arrepiento".

 Deltron Keller, año 1.

Hace aproximadamente tres mil años, la humanidad se vio obligada a abandonar su hogar en un continente llamado Afrén, tras ser derrotada por Dilian el conquistador. Su objetivo era aniquilar a todos los habitantes de la gran capital del imperio Afrino. Sin embargo, fue gracias a la intervención del joven príncipe Deltron Keller que se logró un acuerdo con el conquistador: la vida de todos, incluida la suya, a cambio de entregar la capital y todos sus bienes. Dilian aceptó el trato y les permitió marcharse.

A pesar de sentir ira y rabia por esta acción, el príncipe nunca nos abandonó. Con su ayuda y conocimiento, nos guió a través de la adversidad y nos condujo a este nuevo mundo, donde fundamos una gran nación: la nación de Deltrokia.

Tres mil años después, para ser más precisos, en el año 3010, un joven llamado Delfandor Livingston había dejado atrás su hogar para emprender un viaje hacia la prestigiosa Academia Alejandría, fundada por Alejandro Keller, hijo de Deltron Keller. Este último había contribuido al mundo mágico con ideales de educación gratuita, popular y obligatoria.

Durante su travesía en barco, Delfandor finalmente llegó a los muelles de la isla Uma, donde se encontraba ubicada la academia. Inhaló profundamente y exhaló con tranquilidad.

"Por fin estoy aquí, hermano Félix", murmuró para sí mismo.

El puerto rebosaba de niños de su misma edad, todos esperando ser recibidos por el personal docente para su ubicación.

Delfandor se aproximó a un chico de piel azul y cabello gris que estaba absorto en la lectura de un libro.

"Disculpa", inició Delfandor.

El niño levantó la cabeza y lo observó.

"¿Te importa si me siento?", preguntó Delfandor.

El niño miró a su lado.

"No tengo ningún problema, puedes hacerlo", respondió amablemente.

"Gracias", sonrió él.

Cuando se sentó, extendió la mano.

"Soy Delfandor Levingston, encantado y agradecido", se presentó.

El niño miró su mano y aceptó el apretón.

"Soy Luciano Karrigan, de la tribu Yuverí", respondió.

"Ah, he oído hablar de ellos, pero nunca los he conocido en persona", dijo Delfandor.

"Somos muchos, más que los humanos, pero aceptamos todas las culturas y sus enseñanzas", explicó Luciano.

"Wow, ¿por eso estás aquí?", preguntó Delfandor.

"Siempre he sentido curiosidad por la Academia Alejandría", luego Luciano miró hacia la escuela. "Mira qué majestuosa estructura, y solo tiene dos mil años".

"Lo sé, hasta a mí me aterra", admitió Delfandor.

De pronto, una armadura oscura se presentó frente a ellos.

"Su atención, por favor, ingresantes de este año", anunció la armadura.

Todos quedaron en silencio y dirigieron sus miradas hacia ella.

"Gracias. Soy el Caballero Negro del Puerto, parte del personal docente encargado de guiarlos hasta su destino. Les ruego que me sigan".

Luciano miró a Delfandor.

"Parece que es hora de ir", comentó. Luego se puso de pie y se inclinó, de forma burlesca, caballerosamente. "Después de usted".

Delfandor sonrió.

"Gracias, mi caballero azul".

El caballero, con un estandarte en mano, comenzó a caminar como si se tratara de un desfile militar.

Delfandor y Luciano quedaron boquiabiertos al ver los jardines de la academia. Era increíble: árboles de diversos colores y hadas observando a los nuevos estudiantes. Algunas de ellas se acercaban y dejaban caer su brillo sobre ellos.

"Pestilentes criaturas", murmuró el caballero con desdén.

El caballero los guió hasta una gran puerta donde los esperaba el cuerpo docente y algunos alumnos. Sin embargo, quien resaltaba más era la directora Ahterr Yulam, una mujer con grandes cuernos similares a los de un alce, que medía casi tres metros de altura debido a estos cuernos. A pesar de su imponente tamaño, tenía un rostro amable y sonriente. Los alumnos susurraban entre ellos acerca de lo inmensa que era ella. Resultaba ser una Qamish, un ser de los bosques de invierno en el extremo sur del continente, conocidos por ser la especie más alta y longeva, con una expectativa de vida de diez mil años, superando con creces a los elfos y hadas, que viven hasta mil o cinco mil años.

La directora alzó sus brazos en un gesto como si estuviera abrazándolos a todos, y dijo: "Bienvenidos, una vez más, a este templo del saber. Aquí encontrarán un segundo hogar, donde aprenderán no solo magia, sino también las herramientas necesarias para integrarse a la sociedad. Conocerán el valor de la amistad, el coraje, el conocimiento y el amor".

Luego, los profesores aplaudieron a la directora, seguidos por los nuevos alumnos. "Gracias, gracias por estos diez años. Esta academia será su hogar. Si necesitan algo, pueden encontrarme en mi despacho. Siempre recibiré a aquellos que necesiten ayuda", continuó la directora, haciendo un gesto con su mano para invitarlos a entrar. "Ahora, por favor, pasen".

La directora llevó a todos los presentes a una gran sala que parecía ser un teatro. Todos los chicos fueron tomando asiento a medida que llegaban. Delfandor se sentó al lado izquierdo de Luciano, mientras que un chico pelirrojo y de ojos verdes se sentó a su lado derecho.

"Disculpa", dijo el joven a Delfandor.

"Sin problemas", respondió Delfandor con una sonrisa.

Los profesores se fueron presentando uno a uno, cada uno dando un discurso motivacional similar al de la directora, pero describiendo lo que enseñaban y su método de enseñanza. Como había muchos profesores, alrededor de cincuenta, los discursos se hicieron largos.

Cuando el último profesor se presentó, llegó el turno de los alumnos mayores presentes. Una chica con alas celestiales tomó la palabra: "Es un gusto estar presente y ver a futuros magos de gran calibre para Deltrokia", dijo, inclinándose. "Dicho eso, me gustaría que no se movieran. A partir de ahora, los Vocales del consejo los dividirán en cuatro grupos según donde estén sentados".

Delfandor miró a su izquierda y vio a una persona con una varita que movía de lado a lado, invocando un papel en sus manos.

"Se podrán poner de pie solo si son llamados por sus respectivos Vocales", continuó la chica. El Vocal llegó hasta Delfandor y le dio un papel con el número tres, y a Luciano, el número cuatro.

"Parece que estamos juntos", comentó Delfandor.

"Qué suerte", respondió Luciano. Luego volteó y miró al joven pelirrojo. "¿Y usted, qué número tiene?"

El joven pelirrojo mostró su papel.

"Parece que estaremos juntos... también", dijo.

Delfandor extendió su mano. "Delfandor Levingston, encantado y agradecido".

"Stefano Brown, un placer", respondió el pelirrojo.

Delfandor estiró el cuello y miró detrás de Stefano.

"¿Número uno?", preguntó.

Resultó ser un elfo de cabello rubio y ojos azules muy soberbio. "Tal como dicta el destino, soy el número uno".

Un Vocal se acercó al grupo y les hizo una señal para que lo siguieran. "En silencio, síganme", dijo el Vocal de forma gentil.

Delfandor observó cómo algunos grupos se formaban para seguir a sus respectivos Vocales asignados. El suyo los llevó fuera del salón, junto con otros cuatro grupos que esperaban, contando el suyo. Había dos grupos de hombres y dos de mujeres, cada uno con cuatro miembros.

"Bien, hagamos esto rápido", dijo el Vocal, y en un abrir y cerrar de ojos, estaban en un pasillo.

"Como verán, están en la Torre Norte, que cuenta con bastantes habitaciones. Su grupo está en la torre más alta", explicó el Vocal.

Delfandor observaba por una inmensa ventana lo grande que era el lugar. Sin embargo, el Vocal se acercó a él y lo atrajo de nuevo al grupo.

"Como decía, los cuartos del lado derecho son para los hombres, mientras que los del lado izquierdo son para las mujeres", informó el Vocal.

Una mujer levantó la mano. "Tengo una pregunta".

"Puedes hacerla", respondió el Vocal.

"¿Dónde están los baños? Solo hay cuatro puertas".

El Vocal tocó un muro y este se abrió, revelando un inmenso baño en su interior.

"Increíble", se sorprendió Delfandor.

"Las habitaciones están separadas, a menos que ustedes y el personal docente quieran que estén conectadas. Si quieren salir, solo toquen el muro o bajen por las escaleras", explicó el Vocal.

"¿Y si queremos entrar?", preguntó la mujer nuevamente.

"En ese caso, toquen la puerta principal de la torre y digan el piso o la habitación, en su caso, ustedes están en el piso cuarenta y uno", respondió el Vocal, luego se dirigió al grupo. "¿Alguna otra pregunta?".

Nadie contestó.

"Bien, este será su hogar. Si quieren trasladarse, tienen hasta dentro de tres meses a partir de mañana. Después de ese plazo, solo podrán moverse de piso hasta el año siguiente. Y con eso, me marcho", anunció el Vocal antes de desaparecer.

"El señor Vocal parecía tener prisa", comentó Luciano. "¿No crees, Delfandor?".

Cuando volteó, vio a Delfandor saludando a todo el grupo.

"Soy Delfandor Livingston, encantado y agradecido de conocerlos", se presentó.

"Soy Venus Lastiri, un gusto", respondió Venus.

Venus tenía el cabello negro con el flequillo azul, y sus ojos eran de color rojo. Sostenía una varita de madera de pino.

"Yo soy Kizcka Uranda", se presentó Kizcka.

Kizcka tenía el cabello rosa y ojos celestes. Tenía una actitud muy positiva y segura. Su varita era similar a la de Venus, pero hecha de roca.

"Soy Tania Odessa", dijo Tania.

Tania tenía ojos cafés y cabello castaño, y llevaba una cicatriz en su frente derecha, fruto de una quemadura.

"Y yo soy Celeste Baker, a sus órdenes", agregó Celeste.

A pesar de su nombre, su piel era roja y solo sus ojos eran celestes. Era una elfa de selva. Su varita era capaz de cambiar de forma, pero en su forma predeterminada, era una varita normal.

Luego, se presentaron los chicos del grupo.

"Soy Salazar Galarza", dijo el primero.

Salazar tenía el cabello negro y los ojos oscuros, y parecía ser bastante reservado pero tolerante. Su varita era más grande que las demás.

"Soy Oscar Tobach, futuro magistrado de Deltrokia", se presentó Oscar.

Oscar tenía la piel oscura y el cabello blanco, y su apariencia era muy pulcra. Sostenía una varita hecha de pluma de fénix.

"Yo soy Zakaru Menro, un placer", dijo Menro.

Menro era el más alto de todos, detrás de Oscar. Tenía la apariencia de un león, perteneciente a la raza Felinae, que había estado en guerra con los Canricos, hombres perro. Como era común en los Felinae, no llevaba una varita, ya que solían usar su magia a través de armas bélicas como espadas y jabalinas. Sin embargo, como en el colegio estaba prohibido llevar armas, se les proporcionarían espadas de madera que funcionaban de manera similar.

"Soy Jin Baltazar, pero pueden llamarme Jin", dijo el último del grupo.

Jin tenía el cabello rubio y largo, y llevaba una túnica gris con verde. Su varita era una varita común.

Luego, se presentó el segundo grupo de mujeres.

"Me llamo Akira Isma", se presentó Akira.

Akira tenía los ojos claros y rasgados, y el cabello largo. Su varita estaba hecha de madera de ceibo.

"Soy Elena Trono de Hierro, de las costas Victoria", dijo Elena.

Elena llevaba un vestido muy ostentoso, como si quisiera demostrar su inmensa riqueza.

"Me llamo Cometa Atash, un gusto", dijo Cometa.

Cometa estaba completamente hecha de fuego, con un cuerpo formado por llamas rojizas, naranjas y amarillas. Aunque su apariencia podía inspirar temor, irradiaba una sensación de poder y fuerza. Era una figura misteriosa y fascinante, capaz de dominar el fuego con gracia y control. Su presencia era inolvidable, como una llama que nunca se apaga. Normalmente, su especie vivía en cuevas inflamables o volcanes.

"¿Puedo tomar tu mano?", preguntó Venus a Cometa.

Cometa se mostró desconcertada, pero accedió y extendió su mano. Venus la tomó gentilmente.

"Vaya, cálido y tibio", comentó Venus.

Luego, se presentó la última chica.

"Soy Maya Yoma, de la familia Yoma", se presentó Maya.

Maya tenía la piel roja, ojos naranjas y cabello negro.

Por último, se presentaron los chicos del grupo de Delfandor.

"Soy Luciano Karrigan", se presentó Luciano.

"Soy Stefano Brown".

"Soy Jeremías Di Artas".

Después de que el grupo terminara de presentarse, cada uno eligió su propia habitación para hospedarse.

"¿Alguien más sabe qué pasará con nuestro equipaje?", preguntó Venus.

"Me quitaron la maleta cuando subí al barco. Dijeron que me la entregarían cuando las habitaciones estuvieran listas, así que toca esperar", respondió Delfandor.

"¿Eres siempre tan despreocupado?", preguntó Cometa.

"Bueno, un poco", respondió Delfandor.

Luego, chasqueó los dedos y analizó la zona.

"Oh, ahí están", dijo Delfandor.

"¿Quién está ahí?", preguntó Akira.

"El personal que me quitó la maleta viene en camino", explicó Delfandor.

"¿Cómo sabes eso? No siento nada", dijo Luciano.

Delfandor confundido explicó: "Solo chasqueé los dedos".

"No digas tonterías, ni siquiera usaste tu varita para lanzar un hechizo revelador", dijo Oscar.

"Pero no necesito usar mi varita, puedo hacerlo sin ella", dijo Delfandor.

"¿Así? Entonces, haz fuego", desafió Venus.

Delfandor se encogió de hombros y chasqueó los dedos, envolviendo su mano en fuego, lo que asustó a todos.

"Mira Cometa, somos parientes", bromeó Delfandor.

"¿C-cómo hiciste eso?", preguntó sorprendido Jeremías.

"Así", respondió Delfandor, chasqueando los dedos nuevamente para envolver su otra mano en fuego.

Esto sorprendió aún más a los presentes.

"Imposible, eres un Magan", tartamudeó Jeremías.

"Así lo dijo mi mentor".

"¿Puedes usar Exuls?", preguntó Venus, sorprendida.

"¿Eh? ¿Cómo se hace eso?".

"Mueve tu varita en una "L" inversa hacia la izquierda".

"Oh".

Delfandor imitó el movimiento con su dedo índice una vez para probar, y a la segunda vez conjuró el hechizo, lanzando un rayo por la ventana, que rebotó en los cristales y golpeó a Jeremías.

"¡Ay!", exclamó Jeremías, cayendo al suelo. Luego, levantó las manos y aseguró que estaba bien, aunque el golpe había sido bastante fuerte como para dejarlo sin palabras.

"Lo siento, Jeremías", se disculpó Delfandor.

"Es... Jeremías, baboso", corrigió Jeremías.

Venus tomó las manos de Delfandor y le sonrió.

"Cásate conmigo", bromeó.

"¿¡Qué!?", exclamó Delfandor sorprendido.

"Quiero decir... hazte mi amigo".

"Oh, menos mal, acepto", respondió Delfandor.