Aries, con un grito que retumbó en los cielos, abrió con elegancia el Bifröst, el majestuoso puente arcoíris. Tomando la mano de su hermana Piscis, avanzaron juntas hacia un portal que las transportaría a través del pasado de la humanidad. A su alrededor, en el portal, de reflejar recuerdos en gigantescos espejos, mostrando la creación de la humanidad en diversas culturas. Desde Adán y Eva hasta hombres de lodo y seres gigantes, los dioses habían elegido al humano "perfecto" para poblar la Tierra. El tiempo se desplegaba en los espejos a medida que avanzaban.
Después de unas horas, llegaron al gran salón de los juicios. Mientras los dioses podían atravesar el portal sin problemas, los signos zodiacales que tenían prohibida la entrada experimentaban mareos, lapsos de sueño o pérdida de noción del tiempo. No pasó mucho tiempo antes de que Aries y Piscis aparecieran en el último piso del gran salón de los juicios, donde el mazo de Zeus estaba a punto de sonar, marcando la aprobación para la destrucción de la humanidad.
Aries exclamó con fuerza: "¡Alto! ¿Tan rápido quieren hacer desaparecer a la humanidad? Los dioses, siendo dioses, saben que los humanos no pueden defenderse solos, pero cuentan con sus guardianes, a los que llamaron 'leyendas urbanas'. Estas leyendas pueden enfrentarse a un dios." Mientras hablaba, miraba directamente a los ojos de Zeus con una sonrisa inquietante.
Todos los dioses comenzaron a hablar, preguntándose quién había proferido esas palabras y cómo alguien sugería que una leyenda urbana podía enfrentar a un dios. Otros dioses se rieron de este comentario.
Zeus comentó: "Conozco esa voz. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi", mirando hacia arriba donde la sombra se encontraba.
Odín preguntó: "¿Quién se atreve a interrumpir este juicio?", levantando su mirada hacia la sombra lentamente.
Amun Ra dijo en tono burlón: "Qué valiente es esa voz, pero lo malo es que desaparecerá junto con la humanidad", riendo lentamente.
Huitzilopochtli interrogó: "Entonces dices que una leyenda urbana puede enfrentarse a un dios. ¿Eso sería imposible o no, dioses y diosas?" Se levantó elegantemente de su asiento.
Al escuchar las palabras de Aries, Piscis comenzó a temblar, sintiéndose completamente perdida. No sabía dónde mirar ni dónde podría encontrar refugio en ese tenso momento. Mientras tanto, Aries se mantenía firme, irradiando una confianza suprema que se manifestaba en su aura. Continuaba fijando su mirada en los ojos de Zeus, mientras Piscis agarraba la mano de su madre con determinación.
Piscis, tratando de calmar sus miedos, le dijo a su madre: "madre mía, ¿por qué dijiste eso? Sabes que son dioses y que nosotros no tenemos posibilidad alguna de vencerlos."
Aries seguía hablando con resolución ante los padres de todo: "Si los humanos tienen guardianes que pueden enfrentar a un dios cara a cara." Su sonrisa tomaba un matiz siniestro.
Zeus, Amura-Ra, Odín, Huitzilopochtli y otros padres de todo se levantaron de sus asientos, observando fijamente a Aries y Piscis. Piscis estaba visiblemente nerviosa.
Amura-Ra comentó mientras se reía lentamente: "Oh, mira quiénes se unen a nuestra reunión. Son los signos del zodiaco Aries y la pequeña Piscis, la misma que desafió al monstruo Tifón. Parece que tienen el coraje de estar aquí."
Huitzilopochtli propuso: "Dioses, si quieren, me encargaré de estos signos zodiacales y luego continuamos con la destrucción de la humanidad."
Aries, con una mirada intensa, interrumpió: "Tranquilos, dioses. Solo vengo a proponer algo: un torneo de uno contra uno. Si los dioses ganan seis batallas, podrán destruir a la humanidad. Sin embargo, si los humanos ganan esas seis batallas, podrán sobrevivir. ¿Qué dicen, dioses?" Hizo un gesto con las manos al presentar su propuesta.
Zeus se rio a carcajadas: "¡Ja, ja, ja! Es una batalla. Es fácil. Todos los dioses aquí sabemos que no existe ninguna leyenda que pueda enfrentarse a nosotros."
Odín añadió: "Como dijo Zeus, será una batalla sencilla. Levantemos la mano si aceptamos este desafío, dioses y diosas."
Los dioses y diosas comenzaron a golpear sus pies contra el suelo como si fueran una especie de tambor, y entre voces entusiastas se escuchaba el grito "¡Batalla, batalla, batalla!" Aries sabía que ningún dios rechazaría la propuesta de batalla, ya que eran similares a los humanos y también deseaban determinar quiénes eran los más fuertes del universo.
Zeus hizo resonar su mazo con fuerza, dando su aprobación a la propuesta. Luego, los dioses desaparecieron instantáneamente, regresando a su paraíso. Mientras tanto, Aries y Piscis permanecían en el último piso del salón de juicios.
Piscis, con miedo en sus palabras, preguntó a Aries: "madre, ¿realmente crees que los guardianes de los humanos podrían vencer a un dios?"
Aries respondió con una risa: "Ja, ja, ja, no, los guardianes de los humanos no pueden vencer a un dios. Eso sería una misión suicida. Pero tenemos un as bajo la manga."
La sorpresa fue tal que Piscis se desmayó al escuchar las palabras de Aries, pero se recuperó rápidamente.