Después de cenar, Li An'an habló con Fu Yiheng y le contó la buena noticia de la victoria.
—¡An'an, eres increíble! ¡De verdad has conseguido el primer lugar! —Fu Yiheng sonrió. Estaba un poco cansado por el trabajo de hoy y deseaba que ella estuviera a su lado.
—Sí, tienes razón. Ahora siento que soy tan genial y tan capaz.
—¡Jaja! —Fu Yiheng se rió a carcajadas.
Li An'an estaba a punto de decirle algo cuando Li Baobao salió corriendo de la habitación.
—Mamá, quiero hablar con Padrino-Dios —Li Baobao saltó e intentó arrebatarle el teléfono a Li An'an, pero ni siquiera podía llegar a las rodillas de Li An'an.
Li An'an se rió mientras pasaba el teléfono a la niña.
—Está bien, habla con Padrino-Dios.
Li Baobao colocó el teléfono en el sofá, se subió, se sentó y empezó a charlar por teléfono con Padrino-Dios.