—El teléfono sonó, sobresaltándola. Era Chu Yichen. Li An'an no se atrevía a contestar la llamada. Esperó a que el teléfono sonara durante mucho tiempo antes de responder.
—Buenos días, ¿dormiste bien anoche? Yo acabo de despertar —Li An'an fingió estirarse y cerró la ventana rápidamente, temiendo que él oyera el sonido de las olas rompiendo afuera.
—Chu Yichen abotonó el último botón de su traje con una mano, abrió la puerta del dormitorio y salió de la habitación al corredor. Su tono era frío—. No muy bien.
—¿Estás enojado porque no fui a cenar contigo ayer? Tengo mi motivo para eso. Cocinaré tus platos favoritos en unos días, ¿de acuerdo? —Li An'an estaba nerviosa y tartamudeó. Por alguna razón, sus párpados no paraban de temblar, como si Chu Yichen ya hubiera notado su mentira.
—Chu Yichen bajó las escaleras. El mayordomo Chu ya lo esperaba junto a la puerta para despedirlo.