Li Chong bajó las escaleras. Li Xinyi y Lu Ming estaban entrando al salón, tomados del brazo.
—Papá, la empleada me dijo que mamá está indispuesta. ¿Cómo está ella?
Li Chong se deshizo de su expresión de enojo y rió entre dientes.
—No es nada grave. Solo un dolor de cabeza y un resfriado. Está acostada en la cama ahora. Sube a verla. Lu Ming, siéntate. Hablemos.
Li Chong estaba muy satisfecho con el estatus de la familia de su yerno, y su actitud era especialmente educada.
Ya arriba, en el pasillo, Li Xinyi oyó el sonido de objetos rompiéndose. Sonaba un poco enojado. ¿Qué le pasaba hoy a su madre? Sabía muy bien que Lu Ming podría subir con ella, pero estaba tirando cosas por ahí.
¿Y si Lu Ming sospechaba de ellos?
—Mamá, Lu Ming está abajo. Deja de lanzar objetos. ¿Quién te ha provocado?
Liu Luhua guardó el florero que había agarrado. Se arregló el desordenado cabello y se calmó.
—No dejes que Lu Ming suba. La habitación está hecha un desastre.