Chirrido... Hillghost parecía haber descubierto algo e hizo un sonido extraño.
Los ojos de Mo Ruyue se deslumbraron con algo, y su rostro se volvió frío. Aceleró sus pasos.
—Esto, esto es… —Bajo la iluminación de la Espada Divisora del Cielo, el oro emitía una luz deslumbrante.
—¡Es oro! Jajaja... Soy rica… —Mo Ruyue no pudo evitar reír a carcajadas.
Se agachó y cogió un trozo de oro. El oro era pesado.
¡Era una bendición disfrazada!
Había pensado que ser tragada por la pitón era algo muy desafortunado, pero si no hubiera sido tragada por la pitón, no habría podido encontrar tanto oro.
¡Ya no tendría que preocuparse por el dinero!
Pensando en cómo había cocinado y calentado la cama del Señor Demonio como una vieja madre a cambio de 200 táeles de plata.
Con este oro, no estaría ni siquiera interesada en doscientos táeles.
Mo Ruyue reía como loca.
