—¿Por qué? ¿No puedo ir con mi hermana? —preguntó el niño con duda.
—Por supuesto que no. Ese lugar es demasiado peligroso. Será peligroso para ti ir conmigo —dijo Mo Ruyue, acariciando la cabeza de Li Zeyan.
El Li Zeyan actual no era más que un chico tierno y justo. Se podía ver lo bien que vivía en el Reino Demoníaco.
En aquel entonces, ella estaba tan delgada y amarilla que daba dolor en el corazón verla.
Li Zeyan bajó la cabeza. Quería decirle a su hermana que en realidad él era una antigua bestia demoníaca, el Qilin de Fuego. Sin embargo, tenía miedo de exponer su identidad y asustar a su hermana.
—Sé bueno. Dime qué quieres. Puedo comprártelo —dijo ella con cariño.
—Zeyan no necesita nada —Li Zeyan negó con la cabeza.
—¿No necesitas nada? —preguntó Mo Ruyue, sorprendida.
—No necesito —reiteró el niño.
—Está bien, puedes estar seguro. Definitivamente regresaré a salvo —le aseguró Mo Ruyue con una sonrisa.