La mirada de Mo Ruyue no podía apartarse de aquella mujer. Nunca pensó que vería esta escena.
El fuerte impacto la dejó sin habla, y le tomó mucho tiempo recuperar el sentido.
—Gu Ying fue y le dijo algo al pequeño, y un grito desesperado le hizo picar la nariz a Mo Ruyue.
¿Era este el sentimiento de la tristeza?
Pensó que nunca tendría la oportunidad de experimentarlo en su vida.
Muy rápidamente, la figura de Gu Ying voló sobre el lugar con el pequeño en brazos. El pequeñín que aún sollozaba y lloraba enseguida se calló.
Miraba la escena frente a él aturdido. Era una escena tan cruel y desesperada, pero aún había un atisbo de esperanza frente a él. Se podía imaginar el impacto que tenía en él.
—Madre, he traído a alguien. Mira, hasta he traído un pan al vapor —dijo de repente el niño pequeño.
Se arrodilló y entregó el pan al vapor intacto en su mano.