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—Sí, sí, por supuesto que lo quiero. Es solo que, ¿cómo voy a enfrentarme a tantas personas en el Reino Demoníaco cuando regrese? Además, no quiero que el Maestro se encuentre en una situación difícil. —Ming Sihan había sido tan bueno con ella, no podía ser desagradecida.
Su identidad como espía estaba ahí. La gente del mundo demoníaco debería tener algunas opiniones sobre ella.
¿Y si todos se rebelaran contra Ming Sihan?
Mo Ruyue estaba un poco preocupada.
Si Ming Sihan estuviera en una situación difícil, preferiría quedarse fuera.
—Me enfrentaré a ellos como quiera. Soy el amo del Mundo Demoníaco. Si alguien no está convencido, los conquistaré por la fuerza. —Ming Sihan no estaba preocupado por esto en absoluto. Él era el amo del mundo demoníaco, y lo que decía se hacía.
Los débiles solo podían escuchar a los fuertes.
Quien no escuchara tendría que pagar el precio.
Si eran desobedientes, entonces los golpearían hasta que obedecieran.
Era así de simple y bruto.
