—Huele tan bien.
—¡La Reina es realmente increíble!
—Su Majestad la Reina ha ido al salón y a la cocina. No hay nadie como ella en el mundo.
Todo el mundo alababa a Mo Ruyue.
Toda la Cueva de las Hadas estaba impregnada con la fragancia de la carne. La fragancia de la carne llenaba el aire, formando un fuerte contraste con los tres jefes que estaban afuera pasando hambre y frío.
Los tres líderes ya se habían apretujado en un montón. Estaban temblando y gradualmente perdían su temperatura corporal.
Parecía que pronto morirían congelados.
—Qué frío...
—Hermano mayor, hermano segundo, los tres no moriremos aquí, ¿verdad? —La voz del Tercer Jefe ya temblaba.
—Es todo culpa del Hermano Segundo. ¿Por qué trajo a una demonio de vuelta sin razón? Si no fuera por el Hermano Segundo, no nos habrían arrojado en un pozo de nieve. —El Primer Líder echaba la culpa al Segundo Líder.
Los dientes del Segundo Jefe castañeteaban del frío, y dijo: