Por eso, inmediatamente despertó a Mo Ruyue y le pellizcó su delicada naricita.
La respiración de Mo Ruyue no era suave y se despertó de su sueño.
—Maestro, ¿por qué me estás pellizcando la nariz? —Mo Ruyue se frotó la nariz con dolor.
¡Este hombre era demasiado!
—Mira dónde te estás apoyando —Ming Sihan le recordó mientras arreglaba su ropa.
¿Acaso esta mujer no se daba cuenta de lo que estaba pasando?
Mo Ruyue se dio cuenta de que estaba demasiado cerca de Ming Sihan.
Solo entonces se apresuró a mover su trasero hacia atrás y dijo en voz baja:
—Maestro, discípulo, no lo hice a propósito.
Cuando cayó la noche, un grupo de bandidos rodeó su carroza.
—Yo abrí este camino y planté este árbol. Si quieren pasar, dejen dinero para comprar el camino —el eterno inicio del robo inalterado.
Mo Ruyue dejó a Fantasma de la Montaña y salió de la habitación.
