Aunque Qin Shi era mayor y no podía mover muchas cosas, ni siquiera ayudó a limpiar la casa vieja. Solo ordenó a la gente que limpiara el polvo y barriera el suelo, lo cual molestaba a todos y los hacía rodar los ojos en secreto hacia ella.
No fue hasta que se había movido todo que Qin Shi miró a todos y dijo:
—Está bien, eso es todo por hoy. Realmente no podemos sacar esos grandes equipos. Espero que no haya cansado mucho a todos. Solo es limpiar el polvo y barrer el suelo. No es realmente un trabajo duro para ustedes, ¿verdad?
—Vi que todos dijeron que tenían algo que hacer, así que volvamos al trabajo. Yo solo llevaré al segundo hermano y a los demás para manejar el resto.
Al hablar Qin Shi, de hecho se dio la vuelta y entró en el patio, cerrando la puerta detrás de ella.
Los aldeanos que habían venido a ayudar se miraron entre sí. Todos estaban atónitos por su serie de acciones.