—Las personas que más se vieron afectadas por este incidente definitivamente serían Da Bao y su hermano —reflexionó Mo Ruyue—. Después de todo, todavía recordaban claramente los recuerdos de Qin Ming.
Cuando llegaron las noticias del sacrificio de Qin Ming por el condado, el más afligido no fue el dueño original, Mo Ruyue, sino estos dos chicos mayores.
Para ellos, su padre era la montaña en la que podían confiar. Una vez que esta montaña se derrumbara, su héroe se habría ido.
Ahora que Gu Ying, quien se parecía a su padre, había aparecido de repente y hasta iba a reemplazar la posición de su padre, sería extraño si las emociones de estos dos hermanos no estallaran.
—Gu Ying también debería haber pensado en este problema, y estaba pensando en una solución, ¿verdad? —Mo Ruyue no pudo evitar pensar.
Solo comenzó a aprender a ser madre después de venir a este mundo, pero no tenía experiencia en lidiar con chicos que estaban a punto de entrar en la pubertad.