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Aunque ya era tarde y no podía regresar al condado, eso no significaba que no tuviera a dónde ir. Solo tenía que moverse rápidamente. De lo contrario, si caminaba de noche en la oscuridad, sería como poner su cabeza en su cinturón y arriesgar su vida.
La Señora Wang observó cómo la espalda de Qin Xu desaparecía en la oscuridad y no tuvo intención de detenerlo.
Para ella ahora, mientras pudiera recuperar su dinero, no importaba si él podía recuperar su vida.
El dinero en sus manos era suficiente para que los tres se mantuvieran por un tiempo, pero no era suficiente. Ella le prometió a su hijo que lo enviaría de vuelta para continuar sus estudios.
Lo siguiente en lo que debía pensar era en hacer que Qin Xu sacara más dinero o instar a la familia Qin a sacar más dinero.
Justo cuando la Señora Wang se perdía en sus pensamientos, de repente sintió que alguien le tocaba el brazo.
—Madre, aquí tienes tu dinero. —Qin Qingyuan estaba a su lado y le mostró la bolsa de dinero.