Edward López se burló—Cindy Clarke, ¿cómo te atreves a insultarme así? Primero, me mentiste acerca de que tu teléfono móvil estaba sin batería, y ahora me dices que estás casada con un hijo? ¿Crees que creería semejantes mentiras?
—Si no te gusto, dilo de frente. No hay necesidad de insultarme con mentiras tan patéticas.
Por supuesto, Edward López sentía que el hecho de no gustarle a Cindy era una forma de insulto en sí misma.
¿Solo por quién era ella, se atrevía a no gustarle?
¡Cindy no tenía ningún derecho!
—¿Insultarte? ¿Qué te hace digno de que ella te insulte? —Una voz masculina de repente resonó.
En ella había burla y una ira indiscutible hacia Edward López.
Todo el mundo giró la cabeza hacia la fuente de la voz, y Cindy fue la primera en reaccionar.
La reconoció enseguida y vio a Adrián Zhekova llegando.
Él estaba de pie junto a la mesa con una mano en su silla. Contenta, Cindy se levantó y abrazó el brazo de Adrián.